Mi familia y yo no veíamos el momento de hacer el largo viaje por carretera para Navidad. Pero al acercarse la fecha, algunos miembros de la familia comenzaron a tener síntomas de gripe.
Recurrimos a la Ciencia Cristiana para sanar por medio de la oración, y sentí que estábamos progresando. Pero la noche antes de partir, de pronto yo tuve los síntomas. Continué orando por mi familia, terminé las cosas que necesitaba hacer, y me metí en la cama.
Me vino la idea de no acostarme, sino sentarme derecha y leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy a fin de mantener presente en mi pensamiento solo la verdad sobre mi perfección como semejanza espiritual de Dios. Tuve que acallar con insistencia los pensamientos sobre la gripe, y ahondar, en cambio, en lo que estaba leyendo con más intensidad. Mentalmente me metí paso a paso en aquella verdad acerca de mi perfección espiritual.
Varios pasajes se destacaron para mí mientras leía:
“Todo lo que ha sido hecho es la obra de Dios, y todo es bueno” (pág. 521).
“Dios, el Espíritu, que mora en la luz y la armonía infinitas de las cuales emana la idea verdadera, nunca es reflejado por nada sino por lo bueno” (págs. 503–504).
“Si se comprendiera que el pecado, la enfermedad y la muerte son nada, desaparecerían. Como el vapor se disuelve ante el sol, así el mal se desvanecería ante la realidad del bien. Uno tiene que ocultar el otro. ¡Cuán importante es, entonces, escoger el bien como la realidad!” (págs. 480–481).
Cada uno de esos pasajes es una clara declaración de la realidad y la totalidad de Dios, el bien, quien está siempre presente, abrazándonos. Mi profunda oración continuó durante varias horas. Me resultaba difícil mantener esa vigilancia mental, pero lo hice, y finalmente sentí una acogedora paz y seguridad, y dormí el resto de la noche.
Por la mañana me sentí libre de la enfermedad. Estaba segura de que la gripe había desaparecido. Continuamos con los preparativos para nuestra partida. Pero mientras me vestía, de nuevo comencé a sentirme enferma.
Regresé de inmediato a la verdad que había sido tan clara para mí la noche anterior. Puse la cabeza sobre mi brazo que estaba apoyado en el tocador, y al hacerlo, me llamó la atención el pequeño brazalete de oro que tenía puesto. Noté algo que nunca antes había visto. El brazalete había sido un regalo, y me gustaba mucho porque era como un pequeño lujo, pero siempre había pensado que era una bisutería, no oro de verdad. Lo que me llamó la atención esa mañana fue una pequeña placa que indicaba el contenido de quilates. ¡El brazalete estaba hecho de oro auténtico!
De inmediato tuve un discernimiento espiritual, y pensé para mí misma: “¡Oh! ¡Todo este tiempo estuve pensando que era tan solo una imitación, y era de verdad! ¡Del mismo modo, todo este tiempo yo he sido un reflejo real, o genuino, de Dios, y eso es lo único que soy o he sido siempre!”. Este fue un mensaje angelical de Dios. Reflejaba exactamente esas citas con las que había orado. Los síntomas desaparecieron. La gripe no avanzó más en la familia. Y tuvimos un viaje fantástico.
Estoy agradecida por los mensajes angelicales que nos vienen de Dios cuando los necesitamos. Esos mensajes están presentes, aquí y ahora, para todos; para cada uno de los preciados hijos de Dios. Verdaderamente, “Todo lo que ha sido hecho es la obra de Dios, y todo es bueno”.
Nancy James
Boston, Massachusetts, EE. UU.