Mis padres conocieron la Ciencia Cristiana hace muchas décadas, cuando un pariente los convenció de que llamaran a un practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí, su hija infante. Los médicos les habían dicho que yo no sobreviviría una enfermedad natal, pero sané instantáneamente durante la visita del practicista. Mis padres de inmediato se transformaron en devotos estudiantes de la Ciencia Cristiana. Cuando llegué a la edad necesaria, me inscribieron en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, y asistí a las reuniones de testimonios de los miércoles con mis padres mientras crecía. En consecuencia, he tenido muchas oportunidades a lo largo de mi vida de comprobar el poder armonizador de la Ciencia del Cristo, la verdad que Jesús vino a demostrar y enseñar.
Estoy especialmente agradecida por una curación que tuve recientemente al cambiar de “altitud”, o tomar consciencia espiritual. El verano pasado tuve un sarpullido en el cuello y los hombros, y mi peluquera pensó que lo causaba un producto que usaba en mí. Ella sabe que me apoyo en Dios para sanar, y he compartido reconfortantes publicaciones periódicas de la Ciencia Cristiana con ella cuando ha tenido desafíos, así que no me presionó para que buscara ayuda médica. Pero todas las semanas expresaba su preocupación por la condición en mi piel, y yo estaba ansiosa de saber cómo responderle.
Una semana el tema de la Lección Bíblica del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana era “Mente”, y dos pasajes me llamaron la atención: “Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar” (Éxodo 4:12), y “para saber hablar palabras al cansado” (Isaías 50:4). Entonces fui a mi cita con la peluquera con confianza en lugar de miedo, y no hubo ningún comentario más sobre mi piel.
Para la siguiente semana, el sarpullido había desaparecido. Sin embargo, todo mi torso, adelante y atrás, estaba cubierto de pequeñas ampollas. Mi ropa cubría las manchas, así que no era un problema obvio, pero sufría debido a la gran picazón que tenía. Durante esa época, también me molestaban y frustraban con frecuencia mis amigos al expresar lo que para mí eran opiniones políticas anticristianas. Después de varias noches sin dormir y la continua molestia a pesar de mis oraciones para aliviarme, descubrí lo que estaba pasando al leer un testimonio en el Christian Science Journal que describía una curación que se produjo después que la autora eliminó rasgos de carácter negativos, tales como ira, orgullo, impaciencia, etc. (véase Emily Wickham, “Growth in grace, character improved,” August 2019).
Hice el esfuerzo concertado de dejar de juzgar, creerme mejor que los demás y estar molesta e irritada. Una comprensión más elevada de la realidad del Amor divino me ayudó en mis esfuerzos, y este pasaje de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy se transformó en un gran consuelo para mí: “El Amor divino es infinito. Por lo tanto, todo lo que realmente existe, está en Dios y es de Dios, y manifiesta Su amor” (pág. 340). Cuando centré mi atención en comprender y expresar este amor, la irritación disminuyó, tanto del pensamiento como del cuerpo. Empecé a experimentar “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7).
Después de apenas unos días de haber adoptado pensamientos más apacibles y no juzgar tanto, las noches sin sueño y las manchas desaparecieron. Fui testigo de lo precisa que es esta declaración de Ciencia y Salud: “La acción recuperativa del organismo, cuando está sostenida mentalmente por la Verdad, continúa naturalmente” (pág. 447). Este problema no ha vuelto a manifestarse.
Expreso mi profunda gratitud por esta curación y las innumerables formas en que he sido bendecida por esta Ciencia que es cristiana, la cual Cristo Jesús enseñó y practicó y que Dios le reveló a Mary Baker Eddy.
Cicely Gallagher
Dandridge, Tennessee, EE.UU.
