Me encanta practicar deportes, especialmente baloncesto. Juego en la posición de base, y creo que el baloncesto es realmente muy divertido. Me enseña a formar parte de un equipo y cómo podemos apoyarnos mutuamente.
El año pasado, jugamos contra un equipo difícil, y durante la primera mitad estábamos perdiendo estrepitosamente. Así que, en el medio tiempo, sentí que necesitaba orar. Pedí permiso para ir al baño, donde podía estar tranquila, y oré. No recuerdo las palabras exactas que utilicé, pero sí recuerdo haber pensado en algunas cosas que había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana: que Dios estaba conmigo y con mis compañeras de equipo, que Él nos da a todos las cualidades que necesitamos para dar lo mejor de nosotros mismos, y que siempre podemos escuchar las ideas de Dios, que son siempre buenas. Sabía que no estábamos compitiendo para ser mejores o para conseguir una victoria; estábamos jugando porque nos encantaba el juego y estar juntas como equipo.
Uno de mis pasajes favoritos de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy describe lo que estaba sintiendo en ese momento: “Dios está en todas partes, y nada fuera de Él está presente ni tiene poder” (pág. 473). ¡Sabía que Él estaba en la cancha con nosotras y que la presencia de Dios, del Amor, era poderosa!
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