Reconocer al orar que nada de lo que Dios hizo podía ser doloroso o debilitante, ayudó a esta autora a superar los recurrentes dolores menstruales de manera permanente.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!