A veces escuchamos a la gente decir: “Cuando me vaya al cielo…”, y luego reflexionar sobre todo lo bueno que sucederá en el reino de Dios en el futuro, en algún lugar lejano.
Sin duda, el reino de los cielos se asocia con el bien inagotable para todos, la salud y la felicidad eternas y la existencia inmortal. Allí Dios gobierna con amor, armonía y santo propósito todo lo que hizo. Ningún límite de tiempo o espacio define el reino, solo la presencia de la Mente divina y la creación en constante desarrollo de la Mente. En el reino de los cielos todo es espiritual, de modo que no existe una sustancia material limitada que pueda causar accidentes, dolores, enfermedades, deficiencias, pecados o la muerte. Las leyes, fuerzas, creencias, opiniones, teorías y pronósticos materiales no existen, porque la ley de la armonía inquebrantable de Dios reina para siempre.
Pero ¿es el cielo un lugar o suceso lejano? ¿Tenemos que esperar para experimentar esta armonía divina? Cristo Jesús tuvo mucho que decir sobre el reino de los cielos, incluso esto: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). Así que toda la bondad y armonía infinitas asociadas con el reino de los cielos ya está sucediendo ahora, por todas partes.
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