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Web Original

De la agitación hacia un lugar de paz

Del número de febrero de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 12 de octubre de 2020 como original para la Web.


Dondequiera que vivas, es probable que hayas sido afectado por las regulaciones de salud pública durante la pandemia. Todos hemos sido testigos del espíritu de cooperación expresado por tantos en respuesta a ello. Sin embargo, a veces esto va acompañado de la sensación de que simplemente debemos prepararnos y pasar estos momentos difíciles; simplemente “esperar con paciencia”, como me dijo hace poco una amiga.

Pero esto no me pareció correcto, porque a través de la Ciencia Cristiana he aprendido acerca de la naturaleza mental de cómo experimentamos la vida.

Comprender esto fue un momento decisivo. Durante semanas había estado vacilando mentalmente. La mayor parte del tiempo confiaba en la capacidad de Dios para cuidar de todos Sus hijos. Pero luego me abrumaba el temor y el dolor por mi ciudad, nuestro país y el mundo entero.

Esto empezó a cambiar al actuar mentalmente. Comencé a vigilar activamente mi pensamiento, preguntándome: “¿Ese pensamiento vino de la Mente divina, Dios?” Si era así, si representaba la bondad de Dios, lo aceptaba con gusto. Si se basaba en el temor, lo descartaba por ser una teoría humana y, por lo tanto, limitada y cambiante.

Esto no fue tan solo un ejercicio intelectual. Fue abrir mi corazón para reconocer la alegría y el amor que el Amor divino, Dios, expresa continuamente en todos nosotros porque somos Sus hijos amados, lo que nos eleva más allá del miedo, la frustración y el desaliento.

Y eso es lo que me pasó a mí. Esa noche, cuando escuché el informe de una comunidad en conflicto respecto a cuándo debían reabrir los negocios, sentí genuina compasión por ambas partes. A la mañana siguiente, mientras corría por el parque, me di cuenta de que la gente sonreía y se miraba a los ojos. Sentí que la actitud de todos en general se estaba suavizando.

A última hora de la tarde, de repente me sentí inspirada a dar un paseo por el río. Había empezado allí una vez, semanas antes, pero después no me había sentido cómoda, así que regresé al lugar. Esta vez caminé kilómetros, contemplando con deleite la belleza del río y de la ciudad que amo.

El comentario que había hecho mi amiga me recordó que debía actuar mentalmente, y he continuado haciéndolo desde entonces. Como resultado, no he sentido más oleadas de incertidumbre, solo la apacible confianza de que Dios está constantemente expresando amor a todos.

En lugar de simplemente esperar con paciencia a que pase la pandemia para sentir alegría y paz, cada uno de nosotros puede actuar mentalmente ahora mismo, afirmando el cuidado de Dios por todos nosotros. Y juntos contribuiremos a crear una atmósfera de mayor salud y estabilidad que pueda expandirse por el mundo.

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