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Original Web

Orar por el mundo trae curación de síntomas de gripe

Del número de abril de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 18 de junio de 2020 como original para la Web.


¿Es posible beneficiarnos cuando oramos por los demás?

Sí. Si dicha oración está motivada por una compasión y amor genuinos, inevitablemente nos traerá también bendiciones y curación. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy, la descubridora de la Ciencia Cristiana, contiene esta maravillosa enseñanza: “Los ricos en espíritu ayudan a los pobres en una gran hermandad, teniendo todos el mismo Principio, o Padre; y bendito es ese hombre que ve la necesidad de su hermano y la satisface, buscando su propio bien en el ajeno” (pág. 518).

Nunca olvidaré la forma en que vi ilustrada la verdad de esta declaración un sábado, mientras luchaba con síntomas de gripe que estaban empeorando cada vez más, a pesar de que hacía varios días que estaba orando para sanar de esa dolencia.

Me encanta recurrir a Dios para solucionar todo tipo de problemas, y estoy agradecida por haber visto hermosas, confiables y consistentes curaciones como resultado de esta oración en la Ciencia Cristiana. He sanado de enfermedades, encontrado trabajo y visto relaciones restauradas. Además de estos beneficios prácticos, atesoro particularmente sentir el amor de Dios por mí cuando me vuelvo a Él en oración.

¡Qué gran oportunidad tiene cada uno de nosotros de ser una influencia sanadora en nuestras comunidades y el mundo!

Cada uno de nosotros puede sentir este amor maravilloso. La Biblia enseña que Dios es Amor y que Su cuidado y amor por todos Sus hijos es inalterable.

La Ciencia Cristiana explica que este Dios amoroso es enteramente bueno. Ciencia y Salud declara: “El Dios de la Ciencia Cristiana es el Amor divino, universal, eterno, que no cambia, y que no causa el mal, la enfermedad ni la muerte” (pág. 140). Dios nos sustenta y nos cuida y responde a todas nuestras necesidades. Y reconocer el hecho espiritual de la bondad y poder infinitos de Dios trae curación.

Después de orar de manera esporádica para solucionar este problema sin resultados aparentes, aquella especial mañana de sábado llevé una almohada y un edredón a la sala de estar y los puse sobre el sofá, planeando quedarme allí todo el día. Tenía pensado dormir de a ratos, mientras hacía tanto trabajo como pudiera por teléfono y en la computadora. Parecía que apenas podría sobrellevar aquel día. 

Sin embargo, hubo un momento decisivo cuando durante el almuerzo hice algo que me encanta hacer mientras como: orar por nuestra comunidad, nuestro estado y el mundo. No oré por mí misma ni hice ningún otro trabajo; pasé todo ese tiempo orando por la comunidad y el mundo. Mis oraciones incluyeron afirmar que Dios y Su bondad y amor están presentes en todas partes para guardar, guiar y eliminar el odio, la envidia, la duda y el temor. Que como Dios es también la Mente divina, Él es la fuente de la inteligencia infinita que se expresa en todos nosotros, incluso en aquellos que están en el gobierno.

Estas son verdades espirituales que he probado en mi propia vida, y que me encanta aplicar más ampliamente también. Aquel día estas oraciones me inspiraron mucho.

No había pensado ni una sola en vez en mi dolencia durante el almuerzo, sino que había estado completamente absorta en mis oraciones. Cuando terminé de almorzar, me di cuenta para mi gran sorpresa que todos los síntomas, incluso la debilidad y cansancio, habían desaparecido. ¡Estaba completamente bien! Y me sentía renovada y feliz.

Guardé el edredón y la almohada, confiada en que la curación era completa. Y así fue.

Esta curación me recordó algo que Mary Baker Eddy escribió una vez en una carta a los congregantes de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston: “Aprendan a olvidar lo que no deben recordar, es decir, el yo, y vivan por el bien que hacen” (L05043, Mary Baker Eddy to Septimus J. Hanna, January 15, 1895, The Mary Baker Eddy Collection, The Mary Baker Eddy Library).

De hecho, la “sujeción” de la enfermedad se había roto en mi pensamiento cuando me aparté y dejé de enfocarme solo en mí misma, y permití, en cambio, que mi pensamiento se llenara del Amor que es Dios, y del amor por mis semejantes. Cuando reconocí y establecí en mi propio pensamiento que el reino y el gobierno de Dios, el bien eterno, está verdaderamente presente y activo en nuestra comunidad, nuestro estado y el mundo, este gobierno se volvió evidente en mi propio pensamiento y vida, y me liberó completamente de la enfermedad.

¡Qué gran oportunidad tiene cada uno de nosotros de ser una influencia sanadora en nuestras comunidades y el mundo, y en el proceso traer grandes bendiciones a nuestras propias vidas!

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