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Original Web

Permite que la resurrección de Jesús te transforme

Del número de abril de 2021 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 9 de abril de 2020 como original para la Web.


Crucifixión. Resurrección. Ascensión. Estos son los acontecimientos en la vida de Jesús que componen la historia de la Pascua. Esta historia muestra cómo comprender a Dios como un Padre amoroso, como nuestra propia Vida, puede transformar todo lo que parece ser la vida. La historia de la Pascua no es solo una historia de un pasado muy lejano; tiene implicaciones para nuestras vidas hoy, porque la transformación de Jesús afectó no solo su propia vida, sino también la vida de quienes lo siguieron, incluso su discípulo Pedro.

La historia de Pedro me ha alentado tremendamente, por la forma en que su vida se transformó al seguir las enseñanzas de Jesús. De igual modo, podemos vivir nuestras vidas de manera diferente: podemos seguir las enseñanzas de Jesús, y la historia de Pedro puede convertirse en nuestra historia, con nuestras vidas transformadas. Las enseñanzas de Jesús y la demostración de la Vida —de Dios, que es la Vida eterna— cambian lo que sabemos acerca de la vida y de nosotros mismos por lo que se describe en Génesis 1: cada uno de nosotros fue creado a imagen y semejanza de Dios, el Espíritu, e innatamente espiritual. Eternamente espiritual. Esto significa que vivir espiritualmente, ser obedientes a los Diez Mandamientos y seguir la guía del Sermón del Monte es natural para nosotros.

Cada uno puede experimentar la Vida de un modo similar a la respuesta a la pregunta “¿Qué es el hombre?”, en la página 475 de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. Esta respuesta dice, en parte: “El hombre no es materia; no está constituido de cerebro, sangre, huesos y otros elementos materiales. Las Escrituras nos informan que el hombre está hecho a la imagen y semejanza de Dios. La materia no es esa semejanza. La semejanza del Espíritu no puede ser tan desemejante al Espíritu”. Más adelante afirma que, puesto que el hombre, un término que incluye a todos, es el reflejo de Dios, debemos ser eternos; de hecho, incapaces de morir.

La historia de la Pascua tiene implicaciones para nuestras vidas hoy.

Entonces, ¿cómo transformaron a Pedro las enseñanzas de Jesús ? Veamos la historia de Pedro: él fue un líder entre los discípulos. Estuvo presente durante las enseñanzas y curaciones de Jesús. En ocasiones fue perspicaz (reconoció a Jesús como el Mesías); a veces, valiente (estuvo dispuesto a intentar caminar sobre el agua hacia él). A veces no entendía las enseñanzas de Jesús (por ejemplo, la transfiguración). Fue demasiado impulsivo (cortando la oreja de uno de los hombres enviados a capturar a Jesús), y muy arrogante (diciéndole a Jesús que nunca lo abandonaría). Se sintió abrumado cuando llevaron a Jesús antes de la crucifixión, y luego lleno de remordimiento después de que el miedo lo hizo negar que lo conocía. Incluso después de haber visto a Jesús varias veces después de su resurrección, Pedro regresó a su oficio de pescador.

Sin embargo, Pedro había visto algo de lo que realmente es la vida: espiritual, eterna. Y esto lo transformó. En su reunión final después de la resurrección, Jesús le confió una tarea muy importante: "Apacienta mis ovejas" (Juan 21:17). Y Pedro lo hizo. Predicó, sanó, resucitó a los muertos y resistió la persecución, mostrando a las “ovejas” que la Vida es sin pecado, enfermedad, muerte, odio o dolor. Él difundió el evangelio a los gentiles, seguro de que “Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10: 34). Pedro fue un líder clave en la Iglesia primitiva.

Un pasaje en Ciencia y Salud describe lo que le debe de haber sucedido a Pedro: “Por todo lo que los discípulos experimentaron, se volvieron más espirituales y comprendieron mejor lo que el Maestro había enseñado. Su resurrección fue también la resurrección de ellos. Los ayudó a elevarse a sí mismos y a otros del embotamiento espiritual y de la creencia ciega en Dios a la percepción de posibilidades infinitas” (pág. 34). Pedro fue renovado. 

Jesús prometió a sus discípulos que cuando se fuera, vendría un Consolador a enseñarles todas las cosas y recordarles lo que él les había dicho (véase Juan 14:26). Ese Consolador está aquí hoy, mostrándonos que la vida es eterna y redimiendo y transformando nuestras vidas, aquí y ahora, mostrándonos nuestra espiritualidad innata. Tal como lo hizo Jesús hace muchos años.

Nosotros, como Pedro, cometemos errores, somos abrumados por el miedo, tenemos momentos de embotamiento espiritual, no alcanzamos a ser lo que queremos ser. Sin embargo, hay un Consolador, la Ciencia de lo que Cristo Jesús enseñó, o Ciencia Cristiana, que está aquí para transformar nuestras vidas hoy. Esta Ciencia nos muestra cómo Dios nos hizo, cómo Dios nos ve. Por tanto, somos libres de desechar esos patrones de pensamiento y comportamiento que “no son nuestros”, y vivir de manera más consistente con nuestra verdadera identidad espiritual, que no está compuesta de cerebro o huesos, sino que consiste en las ideas espirituales que provienen de la Mente divina. Ciencia y Salud también nos alienta con esta promesa: “Simplemente pedir que podamos amar a Dios nunca nos hará amarlo; pero el anhelo de ser mejores y más santos, expresado en la vigilancia diaria y en el esfuerzo por asimilar más del carácter divino, nos moldeará y formará de nuevo, hasta que despertemos a Su semejanza” (pág. 4)

Por mi parte, he sido (y sigo siendo) transformada al ver más de mi bondad innata, como declara el primer capítulo de Génesis. He podido hacer una nueva evaluación de quién y qué soy, libre de la envoltura de la mortalidad. Esta claridad es maravillosamente liberadora. Me permite corregir mi percepción de lo que parecía ser “yo” en el pasado. Una perspectiva espiritual de lo que es eternamente bueno me ha dado más alegría y dominio en el presente. Comienzo a ver que los pensamientos o acciones anteriormente preocupantes nunca fueron compatibles con los hechos espirituales de mi vida eterna con Dios, y, por lo tanto, no son parte de mí. Sé que la transformación continuará.

¡Ejemplos como estos, que muestran cuánto nos ama Dios a todos, me alientan profundamente! Nuestra conmemoración de la Pascua es un momento de enorme gratitud “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

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