Me han preguntado antes por qué un estudiante de la Ciencia Cristiana elegiría la oración para resolver un problema cuando hay disponible un procedimiento o tratamiento médico simple. Por supuesto, la respuesta a eso siempre será individual, pero para muchas personas parte de ella puede tener que ver con el objetivo final, lo que realmente buscan.
Hace unos años, una amiga estaba contando lo agradecida que estaba por una curación que había experimentado, y realmente me identifiqué con su forma de pensar. Había tenido problemas con un diente que le había causado molestias físicas. Sintió que ir al dentista probablemente resolvería el problema con relativa facilidad, pero pensó que lo que realmente quería era aprender más acerca de Dios y de su propia expresión espiritual de Dios. En última instancia, ella quería estar libre, pero no solo físicamente. Quería liberarse mentalmente de la noción de que la vida, la verdad, la inteligencia y la sustancia están en la materia y son de la materia.
El deseo y la disposición de mi amiga a dar un paso espiritual y orar para comprender mejor a Dios y su expresión ininterrumpida de Dios no solo trajeron aparejada una curación física del problema dental —ciertamente lo hizo y sé que estaba profundamente agradecida— sino que ese esfuerzo y disposición produjeron algo aún más maravilloso: una liberación mental. Le dio una visión tangible de “la vida en el Espíritu y del Espíritu” como “la única realidad de la existencia” (véase Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 24).
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