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Original Web

¿Consideras jubilarte? Pon a Dios primero.

Del número de febrero de 2022 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 8 de noviembre de 2021 como original para la Web.


La mayor parte de mi vida pensé que la jubilación era algo que no experimentaría. Los sombríos pronósticos a lo largo de los años acerca de la economía y la inflación anual no eran alentadores. Sin embargo, a medida que las condiciones en mi lugar de trabajo cambiaron lentamente, y al considerar la cantidad de años que había estado empleado, parecía que era hora, de al menos, tener el pensamiento receptivo a la posibilidad.

Como estudiante de la Ciencia Cristiana, cuando enfrento un desafío, me vuelvo a Dios en oración. Empiezo afirmando mi verdadera relación con el único y divino Padre por ser la semejanza espiritual de Dios. Dejo de lado las creencias comúnmente albergadas sobre el hombre (todos) como limitadas y materiales, creencias que nos definen como lo opuesto a cómo Dios nos creó.

Al optar por una perspectiva espiritual más elevada, el pensamiento se vuelve más inspirado y receptivo a las posibilidades ilimitadas. Comencé a pensar más espiritualmente en mi propia identidad como aquella que refleja continuamente a Dios, el Espíritu, en lugar de contemplar los temores y limitaciones que podrían acompañar el cambio de estilo de vida de empleado a jubilado. Me centré en la abundancia de la provisión de Dios, del Amor infinito, para Sus hijos. Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras por Mary Baker Eddy nos asegura: “Cada etapa sucesiva de experiencia revela nuevas perspectivas de la bondad y del amor divinos” (pág. 66).

Al buscar la justicia de Dios, encontré un motivo más elevado y desinteresado.

Mientras meditaba sobre mis finanzas, reflexioné sobre la parábola de Cristo Jesús del hombre rico que “había producido mucho”, y decide derribar sus graneros para construir otros más grandes, y luego comer, beber, regocijarse (véase Lucas 12:16-24). Sin embargo, Dios le dice al hombre: “Esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?”. Jesús entonces advierte: “Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”. Después instruye a sus discípulos a considerar “los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?”

De las reminiscencias escritas por aquellos que tuvieron el privilegio de conocer y trabajar con la Sra. Eddy, tengo la idea de que ella estaba siempre activa. La esencia de su actividad era una confianza inquebrantable en Dios para que la guiara diariamente. En Ciencia y Salud ella escribe: “El propósito y el motivo de vivir rectamente pueden ser ganados ahora. … Al trabajar y orar con motivos verdaderos, tu Padre te abrirá el camino” (pág. 326). 

Esto me ayudó a contemplar mis motivos para dejar mi puesto. Si bien todavía me encantaba el trabajo, mi entusiasmo estaba disminuyendo. Comencé a cuestionarme seriamente si seguía siendo el entorno en el que quería trabajar. Cambios recientes habían traído a muchos empleados más jóvenes, y comencé a preguntarme si había agotado mi bienvenida. Sin embargo, no tenía ningún deseo de dejar atrás ninguna enemistad o llevármela conmigo. Era importante para mí poner fin a cualquier desafío con el que estuviera luchando.

Mediante la oración dejé de estar pendiente de los problemas en el trabajo y comencé a apreciar todo lo que esta compañía y actividad me habían proporcionado a lo largo de los años, así como todo lo que le había aportado. Buscando la justicia divina, encontré un motivo más elevado y abnegado, confiando en que Dios bendeciría y beneficiaría a todos los interesados. 

Descubrí que este cambio, en lugar de provocar consternación y temor, me brindó la refrescante oportunidad para estudiar, orar y apoyarme más en Dios. La angustia y las nociones preconcebidas dieron paso a la claridad, la confianza y la convicción al tomar esta decisión, y sabía que podía seguir confiando en Dios para encontrar la actividad correcta a medida que avanzaba. 

Cuando enfrentamos problemas de cualquier tipo, podemos encontrar inspiración y consuelo en estas palabras de Ciencia y Salud: “Los desafíos son pruebas del cuidado de Dios” (pág. 66). Y la Biblia nos dirige en el libro de Proverbios: “Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. Reconócele en todos tus caminos, y Él enderezará tus sendas” (3:5, 6, LBLA).

En los cuatro años transcurridos desde que me jubilé, he podido enfrentar todos los desafíos, grandes y pequeños, confiando en Dios a través de mi estudio y práctica de la Ciencia Cristiana. Esas “nuevas perspectivas de la bondad y del amor divinos” continúan manifestándose. He superado enfermedades, expulsado el aburrimiento, encontrado una actividad y propósito y demostrado suficiente provisión.

Cuando ponemos a Dios en primer lugar en nuestras vidas, podemos confiar fielmente en que Él nos guiará y proveerá al hacer cualquier transición. Y al realizar nuestras actividades diarias, desde las más activas y exigentes hasta las aparentemente mundanas, podemos seguir la advertencia del apóstol Pablo: “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5:16-18).

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