En este momento, hay mucha especulación sobre cómo evolucionarán las economías de los países después de la pandemia. Se han presentado muchas teorías sobre cómo las pequeñas empresas con capital limitado podrían reanudarse, o no. Abundan situaciones hipotéticas que prevén el crecimiento de organizaciones bien capitalizadas.
La Biblia revela que la base más confiable y segura sobre la cual construir una economía sana es la comprensión de la naturaleza de Dios. Las personas en la Biblia que pusieron su confianza en Dios pudieron vivir vidas fructíferas y provechosas, y bendecir a otros abundantemente. Abraham, Moisés, José y Elías ejemplificaron la fe y la confianza en un Dios que provee todo el bien a Su amada creación. Cristo Jesús, el supremo demostrador de la ley de Dios del bien infinito, demostró que Dios, el Amor divino, responde a cada necesidad humana. En dos ocasiones alimentó a miles de personas con unos pocos panes y peces que se multiplicaron ambas veces a medida que la comida era compartida (véase Mateo 15:32-38 y Juan 6:1-13).
Se cree que las economías de hoy se basan en la gestión y regulación del dinero. Los factores incluyen instrumentos de trabajo, recursos materiales y fuerzas del mercado. Por el contrario, los ejemplos bíblicos de provisión abundante se basaban en la fe en Dios, el Espíritu, para suplir cada necesidad. Los hijos de Israel fueron sostenidos por Dios en el desierto, de tal manera que durante cuarenta años “de ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies” (Nehemías 9:21).
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