Durante muchos años sufrí de agudas crisis respiratorias. En ocasiones, llamaba a los servicios de emergencia para pedir ayuda. Estos episodios se hicieron cada vez más frecuentes, y comencé a faltar al trabajo en un ente estatal.
El médico que me trató me remitió a un neumólogo, y después de varios exámenes me dieron un diagnóstico de asma inducida por alergia. Me recetó medicamentos e inhaladores para uso diario y un inhalador especial para emergencias. Durante un tiempo seguí las recomendaciones del médico y tomé el medicamento según lo prescrito, pero luego pensé que no podía seguir siendo víctima del temor de que las condiciones ambientales pudieran afectarme.
Durante este tiempo, ya hacía varios años que había estado estudiando la Ciencia Cristiana y también era activa en una iglesia de la Ciencia Cristiana; por lo tanto, sentía el deseo de orar más profundamente por la situación. Hablé con un practicista de la Ciencia Cristiana sobre cómo podía orar, y él me animó a reconocer mi naturaleza espiritual y perfecta como hija de Dios. Oré para verme desde esta perspectiva espiritual, y comencé a descubrir que mi verdadera naturaleza era perfecta, porque así era como Dios me había creado.
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