“No hay nada bueno ni malo, sino que el pensar lo hace así” (Shakespeare). Leí por primera vez esta cita en una página inicial de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana. Describe que nuestro estado mental, incluidas las creencias, conceptos y percepciones que admitimos y aceptamos, determina nuestra experiencia.
Las enseñanzas de la Ciencia Cristiana se basan totalmente en la Biblia, especialmente en las obras de Cristo Jesús, las que demuestran que Dios es el Principio divino perfecto, supremo, absoluto e infinito. La creación de Dios, incluido el hombre, expresa la naturaleza divina e incluye todos los atributos de Dios, los cuales son buenos; como el amor, la inteligencia y la integridad. Este es el concepto perfecto y la realidad de nuestra identidad como imagen y semejanza o reflejo de Dios, el Espíritu. El reflejo de Dios es tan espiritual, inmortal y eterno como el creador.
Mantener activa y viva en nuestro pensamiento la realidad divina —que somos la creación de Dios, eternamente espirituales, puros y santos— es vital para nuestro progreso. Es por esa razón que seguir el mandato de nuestro Maestro, Cristo Jesús, de “velar” (véase Marcos 13:37) es esencial, a fin de admitir en nuestro pensamiento solo conceptos que se basan en Dios o la realidad espiritual, que es inmutable.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!