Vivo en El Bolsón, en la provincia de Río Negro, Argentina. Un día, mientras viajaba por una carretera con un amigo a otra provincia, explotó uno de los neumáticos. Felizmente, pude dominar bien el vehículo. Estacioné a un costado de la ruta y con mucha calma me dispuse a cambiar el neumático.
Cuando viajo, siempre llevo conmigo un Himnario de la Ciencia Cristiana, y comencé a cantar el himno N° 192, el cual comienza: “Más cerca, Dios, de Ti, / más cerca, sí” (Sarah F. Adams). Este himno es uno de mis favoritos. Cuando suceden cosas que no puedo controlar o no veo cómo solucionarlas, siempre lo canto, porque me ayuda a estar más cerca de Dios y me asegura que Él está sosteniendo mi mano y me guía constantemente. Esto me da firmeza y las respuestas que necesito.
Después de cambiar el neumático, entré nuevamente en el auto. Un momento después, sentí una frenada fuerte y vi que un camión se paraba frente a mí. Yo continué cantando el himno mientras se acercaba el conductor del camión. Se ofreció amablemente a ayudarme. Le agradecí y le dije que ya había resuelto el problema. Pero él insistió y propuso apretar más fuertemente los bulones de la rueda que yo había cambiado.
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