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Original Web

Orar a diario trae libertad

Del número de octubre de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de julio de 2023 como original para la Web.


Hace años, un día estaba realizando mis actividades cuando me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no oraba. En general, la oración había sido una actividad que realizaba diariamente, aunque no en un momento determinado o sobre algo específico. Por lo general, me tomaba unos momentos cada día para pensar en Dios y Su bondad o simplemente para dar gracias.

Al principio, descarté la idea. Pero días más tarde, me vino de nuevo el mismo pensamiento, y me sentí impulsada a reanudar mi oración diaria. A veces oraba para ver progreso y curación con respecto a un problema mundial concreto o algo en mi propia vida, y otras oraba para comprender más acerca de la naturaleza espiritual de todos como creación de Dios.

Varias semanas después, estaba haciendo mandados en mi auto cuando mis ojos de repente se nublaron y comenzaron a picarme. A mi derecha había un estacionamiento que conocía, así que pude entrar con seguridad y estacionar el auto.

Aunque me sentía incómoda y me resultaba difícil ver, recuerdo que me sentía tranquila y segura, y me pareció muy natural orar. Pensé en esta estrofa de un himno:

Alma infinita, danos Tu visión, 
y así el velo se levantará; 
el nuevo cielo prevalecerá: 
                 ¡Aleluya! ¡Aleluya!
                 (Violet Hay, Himnario de la Ciencia Cristiana, N° 66 © CSBD)

Estas reconfortantes palabras también me recordaron algo en lo que había estado pensando; es de Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy: “Tarde o temprano aprenderemos que las cadenas de la capacidad finita del hombre son forjadas por la ilusión de que él vive en el cuerpo, no en el Alma, en la materia, no en el Espíritu” (pág. 223).

Me di cuenta de que mis oraciones diarias tienen el propósito de que comprenda cada día más claramente que la vida está en Dios; no en el cuerpo, sino en el Alma, no sostenida por la materia, sino elevada por el Espíritu. Esta fue una vislumbre de “un cielo nuevo y una tierra nueva” descritos en la Biblia (Apocalipsis 21:1): una comprensión espiritual de mí misma, de los demás y del mundo. 

En cuestión de minutos, la borrosidad y la picazón desaparecieron por completo, casi como si se hubiera levantado un velo, y pude seguir con mi día sin ninguna dificultad. Esto ocurrió hace más de diez años, y el problema jamás regresó.

Aunque ciertamente estoy agradecida por esta rápida curación, lo que más agradezco es que vi más claramente la importancia y eficacia de la oración diaria. A través de la oración diaria constante, nos liberamos de las cadenas de una vida limitada basada en la materia y somos libres para reconocer nuestra verdadera vida infinita y espiritual como creación de Dios.

Heidi Kleinsmith Salter
Petoskey, Michigan, EE.UU.

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