¡Oh, la expectativa de amor, paz y alegría en esta temporada! “Una vez más está aquí la amada Navidad, llena de bendiciones divinas y coronada con los más queridos recuerdos de la historia humana: el advenimiento y la natividad terrenales de nuestro Señor y Maestro”, escribe la Descubridora de la Ciencia Cristiana, Mary Baker Eddy. “Contamos nuestras bendiciones. … Los padres llaman al hogar a sus seres queridos, arden los leños de Navidad, se tienden las mesas festivas, los regalos brillan entre las ramas verdes oscuro del árbol de Navidad” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, págs. 256-257).
A veces parece que la Navidad se trata menos de celebrar el “advenimiento y la natividad de nuestro Señor”, y más de las expectativas de tener reuniones familiares felices, actividades festivas y abundantes regalos. Todos estos son encantadores, pero ¿qué pasa si las esperanzas navideñas no se cumplen? ¿Qué pasa si una familia está fracturada por los desacuerdos, el divorcio, la enfermedad o la muerte? Tal vez uno se aferra a heridas y malentendidos o simplemente está profundamente decepcionado con otro.
El pasaje citado anteriormente continúa: “Pero, ¡ay del hogar desunido! Que Dios les dé más de Su precioso amor que sana al corazón herido” (pág. 257).
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