A fines de 1894, Mary Baker Eddy tomó una decisión radical y única respecto a la iglesia que había fundado. Estableció que dos libros, la Biblia y su Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, servirían como pastor de la iglesia, y que las Lecciones Bíblicas extraídas únicamente de estos dos libros constituirían sus sermones. Unos meses más tarde, unió a todas las filiales de la Iglesia de Cristo, Científico, bajo este modelo, armonizando un elemento significativo del empeño de la iglesia en “[sanar] y [salvar] al mundo del pecado y de la muerte” (Manual de La Iglesia Madre, pág. 19). Este modelo sigue vigente hoy en día.
Estas Lecciones-Sermón Bíblicas, publicadas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, son sencillas en concepto, pero ricas en sustancia. Llegan a un público amplio y cualquier persona puede estudiarlas, desde niños y personas que recién comienzan este estudio a experimentados practicistas y maestros de la Ciencia Cristiana. Las Lecciones están compuestas enteramente de textos bíblicos y pasajes correlativos del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud, y ofrecen “la Palabra inspirada de la Biblia” (Ciencia y Salud, pág. 497), accesible para todos. Estas lecciones nunca se vuelven obsoletas; más bien, los estudiantes con frecuencia aplican estas enseñanzas a los sucesos actuales y comentan cuán perfectamente la Lección de esa semana los ayuda a abordar las necesidades presentes en su propia vida y en la de los demás.
Las Lecciones son una presencia constante en la vida de los Científicos Cristianos. Unen a estudiantes de todo el mundo en el estudio individual durante la semana; los feligreses luego las escuchan el domingo; los estudiantes más jóvenes las investigan para obtener ideas e instrucción en la Escuela Dominical; y a menudo las reuniones de testimonios de los miércoles incluyen relatos de cómo las Lecciones apoyaron una curación. Esta centralidad práctica de las Lecciones Bíblicas para los Científicos Cristianos puede explicar, al menos en parte, por qué son descritas como lecciones “de [las] que depende grandemente la prosperidad de la Ciencia Cristiana” (Manual de la Iglesia, pág.31).
Ciencia y Salud señala repetidamente la importancia de comprender espiritualmente las Escrituras, y afirma en un momento dado que “sólo mediante esta comprensión puede ser obtenida la verdad” (pág. 547). La importancia de estudiar las Lecciones Bíblicas —las cuales destacan el “significado espiritual y … aplicación” de la Biblia, como se indica en el Trimestral— es entonces evidente. El poderoso efecto de este estudio en nuestros servicios religiosos y comunidades se ve en el notable paralelismo entre una historia bíblica y nuestro compromiso individual y colectivo con estas Lecciones-Sermón.
El Antiguo Testamento habla de Josué y los israelitas en Jericó después de que acababan de completar su travesía por el desierto. Rodearon la ciudad una vez al día durante seis días y luego siete veces en el séptimo, hasta derribar finalmente las murallas de la ciudad gritando juntos (véase Josué, cap. 6). Refiriéndose a este relato, la Sra. Eddy explica: “Siete veces rodearon estos muros, correspondiendo las siete veces a los siete días de la creación: los seis días son para descubrir la nada de la materia; el séptimo es el día de reposo, cuando se descubre que el mal no es nada y el bien lo es todo” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 279).
Aunque estos comentarios fueron hechos un año antes de que el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana fuera publicado por primera vez, y seis años antes de que las Lecciones Bíblicas se convirtieran en los sermones de los servicios religiosos de la Ciencia Cristiana, los seis días en que los israelitas obedientes rodearon los muros se comparan con el estudio individual de las Lecciones Bíblicas que hacemos hoy seis días a la semana, cuando investigamos y reflexionamos sobre el mensaje de nuestro pastor dual para aprender más sobre “la nada de la materia” y el mal, y la totalidad del bien. El domingo, las congregaciones en las Iglesias de Cristo, Científico, generalmente se sientan en tranquila contemplación durante la lectura de la Lección-Sermón, pero ¿no están también mental y espiritualmente “gritando” al unísono para derribar los muros del pecado, la enfermedad y la mortalidad? Este sería un maravilloso ejemplo de la labor sagrada que la Sra. Eddy explica que es el “descanso más elevado y más dulce”, indicado por el sábado (véase Ciencia y Salud, págs. 519-520).
Por lo tanto, cada semana tenemos la tremenda oportunidad de bendecir a nuestras comunidades derribando los metafóricos muros que encontramos en nuestro trabajo de vivir y compartir la Ciencia Cristiana. La Sra. Eddy señala que el resultado de esta acción unificada —estar unificados con Dios, la Mente divina, como estuvieron Josué y los israelitas— es la salvación para todo el mundo (véase Escritos Misceláneos, pág. 279). ¡Qué poderoso resultado de nuestros servicios religiosos!
Lo que atrae a la gente a nuestros servicios religiosos son las ideas sanadoras que fluyen de las Lecciones Bíblicas.
Para hacer un paralelismo más contemporáneo, nuestras congregaciones se reúnen cada domingo para revelar algo hermoso a la comunidad, así como una orquesta se reúne para tocar una sinfonía. Ambos requieren preparación y demostración individual y colectiva para lograr el éxito, y cada miembro aporta un elemento importante e integral. En el caso de la orquesta, tener a todos los miembros tocando al unísono hábilmente imparte una experiencia poderosa que bendice a todos. Por el contrario, si uno o más miembros están desafinados, el público no experimenta todo el impacto y la belleza de la música. Esto demuestra cuán importante es que nuestras congregaciones de la iglesia estén unificadas, con feligreses en sintonía entre sí, para sacar a relucir el mensaje sanador de las Lecciones Bíblicas.
La unidad individual con Dios, la Mente divina, a través del estudio de cada Lección, asegura la armonía en nuestra oración.
El estudio individual de las Lecciones Bíblicas trae bendiciones, y reconocer el significado de cada Lección para nuestras comunidades y el mundo revela el alcance y la aplicación universal de la Palabra de Dios compartida en esa Lección. Venir a la iglesia el domingo lleno de comprensión espiritual nos permite elevar y abrazar a otros miembros de la iglesia y a nuestras comunidades. Entonces podemos esperar derribar cualquier muro que parezca separar a los miembros de la congregación —y a la comunidad en general— de la salud, perfección y paz que Dios les ha dado. Estos resultados sanadores demuestran “la prosperidad de la Ciencia Cristiana”.
¿Qué sigue a la curación? El crecimiento. Las personas se sienten naturalmente atraídas por la Verdad y el Amor sanadores que se expresan en nuestros servicios y sienten la bendición que imparten. Para que esto suceda, los miembros deben ir más allá de simplemente leer las Lecciones a vivirlas. En lugar de verlas simplemente como una fuente de conocimiento sobre la Biblia, podemos permitirles infundir nuestros pensamientos, palabras y acciones con el amor por Dios y por quienes nos rodean. Ciencia y Salud afirma: “La letra de la Ciencia llega abundantemente a la humanidad hoy en día, pero su espíritu solamente viene poco a poco. La parte vital, el corazón y alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor. Sin esto, la letra no es más que el cuerpo muerto de la Ciencia: sin pulso, frío, inanimado” (pág. 113).
Venir a la iglesia el domingo lleno de comprensión espiritual nos permite elevar y abrazar a otros miembros de la iglesia y a nuestras comunidades.
Puede ser tentador pensar que la ubicación de la iglesia, las traducciones de la Biblia, la música y otros elementos de nuestros servicios son los que atraen a las personas a nuestra iglesia o las apartan. Pero así como la gente viene a los conciertos de una orquesta por la música, lo que la atrae a nuestros servicios religiosos son las ideas sanadoras que fluyen del mensaje único y poderoso de las Lecciones Bíblicas. Los medios y métodos divinos —no las actividades humanas— hacen que nuestros servicios de la iglesia sean relevantes e inspiradores para los miembros y nuestras comunidades.
Estos medios, provistos en las Lecciones Bíblicas, demuestran la hermosa promesa de Isaías: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (55:10, 11).
A medida que nuestro pensamiento se vuelve “inseparable de la verdad, no contaminado ni restringido por hipótesis humanas”, como dice la Nota Explicativa en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana sobre las Lecciones Bíblicas, experimentamos un sentido más completo de armonía entre nosotros y con la Mente divina. Cada miembro de la congregación tiene una función hermosa y significativa que desempeñar en cada servicio. Cuando realizamos estas funciones juntos y en armonía, nuestros servicios son activos y poderosos. Y el mundo entero sentirá el impacto de estos servicios en cumplimiento de esta declaración del libro de texto de la Ciencia Cristiana: “Cuando la omnipotencia de Dios sea predicada y Él sea proclamado como absoluto, los sermones cristianos sanarán a los enfermos” (Ciencia y Salud, pág. 345).
