¡Es la época navideña otra vez! Más allá de las festividades y la entrega de regalos, los cristianos de todo el mundo vuelven a repasar la historia de la Natividad y a celebrar el legado de la extraordinaria vida y obra de Cristo Jesús.
En esta época del año, con frecuencia he reflexionado sobre algo que dijo Mary Baker Eddy —una seguidora de Jesús que descubrió la Ciencia Cristiana— sobre su celebración de la festividad: “Me gusta celebrar la Navidad en quietud, humildad, benevolencia, amor, dejando que la buena voluntad para con los hombres, el silencio elocuente, la oración y la alabanza expresen mi concepto del surgimiento de la Verdad” (La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea, pág. 262).
Si bien la aparición de Jesús en la tierra fue breve, el Cristo —la Verdad sanadora y salvadora que Jesús demostró— se nos aparece hoy tal como lo hizo a los profetas y discípulos en la antigüedad. Los numerosos casos de curación y protección que experimentaron, tanto antes como después del tiempo de Jesús, muestran claramente que el Cristo es incorpóreo y eterno, y aparece al corazón receptivo en todas las épocas.
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