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Curaciones de niño y de adulto

Del número de diciembre de 2023 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Publicado originalmente en alemán

Apareció primero el 21 de agosto de 2023 como original para la Web.


Desde que me dieron a conocer la Ciencia Cristiana cuando tenía doce años, he experimentado repetidamente la gracia de Dios, que es el Amor infinito. Muy rápidamente creí y sentí la verdad de lo que dice el primer capítulo de la Biblia: “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; … Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:27, 31). Poco después de conocer la Ciencia Cristiana, y a través del sencillo reconocimiento del poder sanador de Dios, me liberé por completo de los parásitos intestinales, que me habían atormentado durante varias semanas. En pocos minutos, todos fueron expulsados a la vez. Esta fue mi primera curación en la Ciencia Cristiana. 

Luego comencé a asistir a la Escuela Dominical en la sociedad de la Ciencia Cristiana en mi ciudad natal. Mientras todavía estaba en la Escuela Dominical, me hice miembro de La Iglesia Madre y poco después de una iglesia filial por primera vez. Como estudiante universitario, también me uní a una organización universitaria de la Ciencia Cristiana. Pude servir a varias iglesias filiales y a la organización universitaria en diversas funciones beneficiosas.

Durante mis estudios universitarios y mi larga carrera profesional, que continué durante muchos años más allá de la edad habitual de jubilación, vi innumerables pruebas de la gracia de Dios por medio de lo que estaba aprendiendo en la Ciencia Cristiana. Esto se vio en las curaciones físicas, al superar dificultades durante mis estudios y en la resolución de problemas profesionales. También se ha visto en los 58 años de matrimonio con mi querida esposa.

Cristo Jesús les dice a todos los que oyen y obedecen sus enseñanzas: “He venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). La actividad física y mental y el estar libre de las limitaciones relacionadas con la edad son parte de esta abundancia. También superé la falta inicial de habilidad deportiva, disfruté mucho de la natación y aprendí a bucear posteriormente; todo gracias a la Ciencia Cristiana.

Hace tres años sané de irregularidades circulatorias. Había notado un hormigueo en la parte inferior de mis piernas, que fue aumentando lenta pero constantemente y era cada vez más incómodo. Comencé a orar sobre esto, y afirmé que como imagen y semejanza de Dios, solo podía experimentar el fluir de la verdad y el amor, no de la sangre material; y que yo estaba compuesto enteramente de sustancia espiritual. El incómodo hormigueo disminuyó y desapareció después de cuatro semanas.

Sin embargo, después de algún tiempo la problemática condición reapareció. Pero ahora, estaba realmente despierto espiritualmente, y me aferraba con firmeza al hecho de que la incomodidad no tenía ni causa ni efecto, ni presencia ni persistencia, ni poder ni realidad. Dios, el bien, es la única causa. Oré sobre la base del pasaje de Génesis 1 que mencioné anteriormente y los siete sinónimos de Dios que da Mary Baker Eddy en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “Mente, Espíritu, Alma, Principio, Vida, Verdad, Amor” (pág. 465). 

Comprendí que soy una idea perfecta de la Verdad y el Amor divinos que todo lo abarca; una manifestación perfectamente saludable de la Vida divina que es toda acción; una expresión perfectamente armoniosa del Alma divina del todo armoniosa; estoy hecho de la sustancia perfecta del Espíritu divino omnipresente; controlado por la Mente divina perfecta y omnisciente; y totalmente gobernado por el Principio divino omnipotente.

También me apoyé en esta oración del Salmo 103: “Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades” (versículos 2 y 3, LBLA); y sobre lo que Ciencia y Salud dice en la página 463: “Una idea espiritual no tiene un solo elemento de error, y esta verdad elimina debidamente todo lo que es nocivo”. Sabía que estaba a salvo en el Amor divino. En una semana, la condición desapareció permanentemente.

Doy gracias a nuestro Padre-Madre Dios, particularmente por las numerosas bendiciones que me ha otorgado durante muchos años y me continúa otorgando. Doy gracias a Cristo Jesús, quien trajo a la atención de la humanidad la actividad sanadora y perdonadora del Amor divino. También estoy agradecido por Mary Baker Eddy, quien compartió su descubrimiento de la Ciencia Cristiana con todos nosotros.  

Christof Krüger
Hamburgo, Alemania

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