El espíritu pionero es esencial para la práctica cristiana. Asumir el espíritu pionero en nuestros esfuerzos por comprender y experimentar a Dios eleva todo lo que hacemos y es la esencia del verdadero progreso. Por el contrario, no pocas luchas surgen por no estar conscientes de nuestro rol como pioneros. Consideremos este concepto fundamental y veamos luego sus efectos al auspiciar una conferencia de la Ciencia Cristiana.
El propósito del espíritu pionero cristiano está arraigado en la infinitud de Dios. La naturaleza infinita de Dios significa que Su bondad es total y siempre se nos está manifestando en una infinita variedad de nuevas formas. Por lo tanto, vivir una vida cristiana incluye descubrir regularmente algo nuevo acerca de Dios y de lo que Dios causa en toda la creación. Y, como Jesús ejemplificó, significa vivir conforme a estos puntos de vista en todo lo que hacemos y pensamos.
Este descubrimiento continuo es impulsado por un deseo inextinguible de experimentar más de la naturaleza divina. Lo que descubrimos nos satisface e inspira gratitud espontánea, aun cuando nos impele a buscar lo que está más allá del horizonte.
A veces desechar lo viejo quiere decir liberarnos de lo que obviamente nos ha limitado. Otras veces, dejar atrás lo que vino antes no quiere decir que lo anterior fuera malo. Después de la resurrección y ascensión de Jesús, sus discípulos tuvieron que estar dispuestos a actuar como pioneros de formas que ciertamente no habían imaginado antes. Esto no se debió a que sus tres años con Jesús no hubieran sido buenos, sino porque expandirse más allá del mundo con el que estaban familiarizados —percibir más de la infinitud de Dios tangiblemente probada— es la exigencia inevitable del cristianismo.
En todas las épocas, los seguidores de Jesús tienen que dar su consentimiento para ser guiados a nuevas perspectivas. Luego tienen que buscar la guía divina y seguirla. El bien que Dios da, hecho a medida para el día de hoy, siempre se manifestará en mejores formas de las que podemos imaginar, pues cualquier perspectiva no basada en la pura guía divina solo se basa en prejuicios restrictivos. Esta disposición es natural cuando estamos seguros de que, cuando Dios guía el camino, ninguna de las buenas características que nuestros corazones anhelan se verá disminuida o se perderá, aun cuando las veamos asumir nuevas formas. Los descubrimientos guiados por Dios solo se manifiestan en vistas más grandiosas y canales más anchurosos en los que la bondad de Dios satisface las necesidades humanas; tanto en nuestras vidas personales como en nuestros esfuerzos por ayudar y sanar en nuestra iglesia y en la comunidad.
Por el contrario, una de las características del fundamentalismo religioso es la creencia de que la divinidad está de alguna manera contenida en una forma finita en particular. Es la creencia, aun sin ser advertidA, de que la forma en que vimos la bondad de Dios expresarse ayer fue de algún modo la causa de esa bondad, o la única manera en que podía expresarse. Y de que si esa forma exterior cambiara de alguna manera, perderíamos la divinidad que contuvo. Esta creencia es falsa y pretendería anular nuestro sentido del Divino, del Dios infinito y verdadero. Es meramente una tentación para que dejemos de seguir libremente a Dios y de descubrir diariamente más del infinito y su manifestación: el espíritu pionero cristiano.
Para ser claros, tampoco hay nada inherentemente divino en simplemente cambiar la forma exterior de las cosas, especialmente si el cambio se debe al temor o por seguir las tendencias del pensamiento mundano. Ese impulso es tan solo otro tipo de la misma creencia de que la divinidad está contenida en alguna forma en particular. Lleva a los dedicados trabajadores de la iglesia a perder el tiempo, probando todo lo que sea externamente bueno para conectarse con su comunidad, pero rara vez con mejores resultados.
El cristianismo auténtico está vivo y progresa solo en la medida en que cada uno de los participantes de este movimiento de base actúe como pionero espiritual. No hay otro cristianismo.
¿Es esto una carga? No, todo lo contrario. ¡Es la revelación de que todos tenemos iguales posibilidades de acceso a la infinitud de la bondad de Dios! Es Dios quien nos hizo, y nos hizo con un propósito, y siempre nos provee de todo lo que necesitamos para ser buenos y hacer el bien. No tenemos que generar ni un ápice de bien. Tan solo lo descubrimos, cual niños pequeños, bajo la dirección de Dios.
Las nuevas perspectivas a las que somos guiados son celestiales. Y nuestros progresos espirituales son nuestra salvación, a diario: la verdadera idea de Dios que irrumpe en la escena humana y nos muestra la totalidad y relevancia de la divinidad aquí y ahora. La luz de la Deidad satisface toda necesidad humana al revelar más aspectos de la creación buena de Dios y nuestra unidad con ella. Esto incluye todos los aspectos de nuestras vidas y nuestros esfuerzos, por medio de la iglesia, por bendecir a nuestra comunidad.
Entonces, ¿cuáles son algunas de las formas específicas en que esto se aplica al auspiciar una conferencia?
Mary Baker Eddy instituyó las conferencias con el propósito de allanar el camino del pensamiento del público para que comprendiera mejor los hechos de la Ciencia del Cristo y su práctica activa entre los miembros locales. El invalorable trabajo que cada Científico Cristiano está haciendo, y la Verdad que nos capacita a cada uno de nosotros a hacerlo paso a paso, es lo que los conferenciantes celebran y de lo que dan testimonio.
De modo que las conferencias y el trabajo del pionero son esenciales, el uno para el otro. El cristianismo que viven los miembros despierta interés y curiosidad en la comunidad. Y una vez que la conferencia ha ayudado a explicar lo que la Ciencia del cristianismo es y lo que no es, los miembros locales están más libres para seguir expresando el espíritu pionero, mientras continúan plantando semillas de esperanza y curación en el camino ahora despejado. La función de despejar el camino —función cumplida por las conferencias—c es única en importancia, pero la siembra y el cultivo que se realizan antes y después es lo que realmente más importa. Un camino despejado que luego no se utiliza no logra mucho. De modo que el trabajo pionero es apoyado por la conferencia, no reemplazado por él.
Es natural preguntar: ¿qué necesita despejarse?
En la época en que se estableció el Cuerpo de Conferenciantes había más conceptos equivocados acerca de la Ciencia Cristiana que se trataban abiertamente en público de lo que estamos conscientes hoy en día. ¿Quiere eso decir que actualmente hay menos camino por despejarse o que incluso el objeto del Cuerpo de Conferenciantes debería cambiarse?
En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, nuestra Guía nos da una respuesta adecuada a esta pregunta: “Suponer que la persecución por causa de la justicia pertenece al pasado, y que hoy el cristianismo está en paz con el mundo porque es honrado por sectas y sociedades, es equivocar la naturaleza misma de la religión. El error se repite a sí mismo. Los desafíos enfrentados por los profetas, discípulos y apóstoles, “de los cuales el mundo no era digno”, esperan, en alguna forma, a todo pionero de la verdad” (pág. 28).
Un recorrido por los foros más populares de investigación y debate en internet revela que esto es cierto. Los conceptos erróneos acerca de la Ciencia Cristiana aún abundan y se promueven y encuentran todos los días. Y permanecerán hasta que sean corregidos. A veces adoptan formas levemente diferentes o son más sutiles. A veces la Ciencia Cristiana ni siquiera es mencionada específicamente. Pero el solo hecho de que un concepto erróneo esté en un segundo plano del pensamiento no significa que no esté influenciándolo. Los pensadores sinceros del mundo que ni siquiera conocen las palabras Ciencia Cristiana, o que apenas saben algo de ella, tropezarán al encontrarlo, salvo que las piedras que los hacen tropezar se quiten del camino.
La falsedad no es un poder y, al igual que la oscuridad, se disuelve cuando se proyecta sobre ella la luz del concepto correcto. Tan solo debemos asegurarnos de que nuestra luz brille donde es más necesaria para poder despejar y ver el camino hacia adelante, de modo que nosotros y nuestro prójimo podamos andar por él.
Despejar el camino no es de ninguna forma una mentalidad de “nosotros” contra “ellos”. La humanidad es una sola familia y, salvo que estemos despejando el camino, las tendencias del pensamiento público nos afectan a todos; por eso las conferencia son en beneficio de todos, del mundo entero.
Quitar del camino las rocas, malezas y espinas es ayudar a cada individuo a pensar más por sí mismo y a ser guiado libremente por Dios en su propio camino. Cualquiera sea la forma que esto asuma, será más semejante a lo divino. Y de eso se trata la Ciencia del Cristo.
Podemos ver los resultados concretos de estos esfuerzos en los informes de personas que hallan la Ciencia Cristiana, o al corregir conceptos erróneos acerca de ella, así como en testimonios de curación y de la revitalización de iglesias filiales, que se manifiesta incluso en la llegada de nuevos miembros.
Gracias por todo lo que ustedes hacen para descubrir lo que es tener un espíritu pionero y ponerlo en práctica cada día. Y gracias por su trabajo en equipo con el Cuerpo de Conferenciantes. Queremos que sepan que los valoramos profundamente y nos encanta trabajar con ustedes a fin de despejar el camino para sus comunidades y ver lo que Dios está activamente haciendo ahora mismo, incluso a través de ustedes.
Tom McElroy
Gerente del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana
Para consultar la lista completa de los y las integrantes del Cuerpo de Conferenciantes de la Ciencia Cristiana, visite por favor: ElHeraldoCC.com/conferenciantes
