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Original Web

Cómo conocí la Ciencia Cristiana

Buscaba una iglesia

Del número de abril de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 6 de noviembre de 2023 como original para la Web.

Original en español


De niña, buscaba tener una relación con Dios y comprenderlo. Me gustaba leer la Biblia, y había escogido unos pasajes que leía a diario, como el Salmo veintitrés, el Salmo noventa y uno y el Sermón del Monte.

Cuando tenía más o menos 25 años, busqué una religión con cuyas enseñanzas me sintiera cómoda, y visité muchas iglesias, especialmente las evangélicas. Me gustaba particularmente escuchar los sermones que mencionaban las curaciones que realizaba Jesús. Cuando una amiga me contó acerca de un grupo de Científicos Cristianos del lugar, empecé a asistir a sus servicios religiosos semanales. Realmente me gustaba ser parte de esa congregación y aprender acerca de la Ciencia Cristiana. (El grupo posteriormente se transformó en una filial de la Iglesia de Cristo, Científico.)

Muy pronto los miembros amablemente me invitaron a ser la organista de sus servicios. En aquella época, trabajaba como maestra de piano, pero sabía tocar el órgano, y empecé a hacerlo tanto en los servicios dominicales como en las reuniones de testimonio de los miércoles. Me familiaricé con la mayoría de los maravillosos himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana, y estos eran un gran consuelo y bendición para mí. Incluso cuando no tocaba el órgano, asistía con mi novio, con quien más adelante me casé. Los domingos, me ayudaba mucho escuchar las Lecciones Bíblicas que se publican en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y especialmente los testimonios de curación durante las reuniones de los miércoles.

Al principio, no entendía mucho de lo que se leía en las Lecciones Bíblicas, pero me gustaba su enfoque sobre la curación espiritual. Yo nunca había ido a un médico, porque sentía que Dios podía curarme. A medida que aprendía más acerca de la Ciencia Cristiana, me daba cuenta de que esto era lo que había estado buscando. Tenía sentido para mí y era compatible con mis creencias cristianas. Aunque inicialmente no estudié mucho sus enseñanzas, los servicios religiosos me dieron una comprensión de mi relación con Dios y mi identidad espiritual. Aprendí que Dios es Espíritu y que vivimos en el Espíritu, no en la materia. Además, que yo siempre había tenido una relación con Dios, porque soy uno con Él, por ser el reflejo del Espíritu.  

Al percibir las verdades espirituales que escuchaba, y especialmente al tocar los himnos, tan llenos de inspiración, sané permanentemente de los recurrentes síntomas de gripe de la cual había sufrido cada invierno durante mucho tiempo. Esa curación ocurrió hace más de 50 años y fue muy importante para mí, porque no solo fui sanada de un problema físico de larga data, sino que la curación se produjo de manera muy natural y sin esfuerzo.

Más tarde, como madre, sané de ansiedad, con la que había luchado mucho de adulta, mayormente debido a preocupaciones de familia o financieras. El estrés que sentía a menudo me provocaba una gran incomodidad física y náuseas después de comer. Oré muchísimo y estudié el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy; especialmente los capítulos “Recapitulación” y “Los frutos”.

Los incómodos síntomas desparecieron mediante el crecimiento espiritual que obtuve y la comprensión de que estaba gobernada por Dios, no por las emociones y sentimientos humanos, y que Dios nos provee de todo lo que necesitamos.   

Después de ser testigos de muchas bendiciones que resultaron de mi crecimiento en la Ciencia Cristiana, mi mamá, mi papá y hermana melliza se interesaron en la Ciencia y comenzaron a asistir a la iglesia con regularidad. Mis dos hijos asistieron a la Escuela Dominical, y hoy mi nieto de 21 años es un miembro activo de su iglesia filial.

Estoy profundamente agradecida por la Ciencia Cristiana. Me ha dado una vida maravillosamente armoniosa y pacífica, llena de pruebas de la bondad y el poder de Dios en las numerosas y rápidas curaciones que experimentamos mis hijos, mi esposo y yo. Pudimos construir una casa en la ciudad en la que vivimos ahora y asistir a la iglesia de la Ciencia Cristiana, la que considero que es una bendición para toda la comunidad. Cuando llegamos hace treinta años, era un área deshabitada, y ahora es un lugar desarrollado, vibrante y poblado. Sé que los servicios religiosos y las oraciones de los miembros han hecho la diferencia.

No tengo palabras para expresar mi gratitud a Dios, a nuestro Mostrador del camino, Cristo Jesús, y a todos aquellos en el mundo que trabajan para la causa de la Ciencia Cristiana.

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