Me gustaría compartir la curación de una disputa con un vecino que se produjo hace varios años a través del estudio de la Ciencia Cristiana.
Mi complejo de apartamentos tiene un garaje grande en el sótano, y comparto dos de las cocheras del estacionamiento con el penthouse que está encima de mí. Los espacios están en tándem, lo que significa que la persona que estaciona primero tiene que moverse hacia adelante para darle al otro conductor espacio para estacionar detrás de él. Esto puede ser un inconveniente porque cada vez que el automóvil de enfrente necesita salir del garaje, también es necesario mover el automóvil de atrás. (Las llaves se dejan adentro de los coches y estos se dejan abiertos para poder moverlos.)
Durante un período de aproximadamente dos años, el departamento de arriba estuvo vacío y yo era la única que usaba los dos espacios. Cuando se vendió el departamento, una pareja joven con una niña pequeña se mudó, y el esposo no quería compartir los dos espacios de estacionamiento conmigo, sino que quería ambos para él. Amenazó con contratar a un abogado y me dijo que él tenía el derecho de comprarle mi espacio al dueño de mi apartamento de alquiler. Y trató de presionar al dueño para que le vendiera el espacio. Sin embargo, yo realmente necesitaba ese espacio de estacionamiento, porque estaba cerca de mi apartamento y tenía niños pequeños.
En ocasiones el marido aparcaba en el garaje coches muy caros que me resultaban difíciles de mover, y tenía que pedirle al portero del edificio que me guiara mientras los maniobraba. Si bien, tenía acceso a las llaves, siempre me preocupaba dañar los autos.
Después de un tiempo, comencé a darme cuenta de que la única manera de resolver esta situación era a través de la oración, porque no estaba viendo una solución humana. La respuesta a la pregunta "¿Qué es el hombre?" en el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, me inspiró mucho (véanse págs. 475-477). El libro de texto describe al hombre (un término genérico para hombre y mujer) como espiritual y perfecto, hecho a imagen y semejanza de Dios, como dice el primer capítulo de la Biblia. Un testimonio de El Heraldo de la Ciencia Cristiana también me animó a pensar en la situación desde esta perspectiva espiritual más elevada.
Durante los dos o tres meses que estuve orando sobre el problema, seguí la rutina, y todavía lo hago, de leer las Lecciones Bíblicas de la Ciencia Cristiana y los números mensuales del Heraldo, y escuchar testimonios de curación en línea en el sitio web del Heraldo. En uno de los Heraldos me encontré con un testimonio sobre una disputa legal que alguien tenía, y cómo se había resuelto de manera armoniosa cuando la persona comenzó a ver la situación espiritualmente. Hubo momentos decisivos en los que pude hacer lo mismo y vi a mi vecino y a su esposa como hijos de Dios —muy amados y llenos solo de amor— de la manera en que Dios los ve.
Esto dio lugar a que la situación cambiara de la noche a la mañana. La pareja dejó de estacionar sus autos caros en el garaje, dejó de presionar a la gente para obtener mi espacio en el garaje y comenzó a comportarse cortésmente conmigo. Además, empezaron a estacionar solo el auto de la esposa en su espacio, y me permitieron aprender a conducirlo para poder moverlo cuando lo necesitaba.
Estoy muy agradecida a Dios por esta resolución y por la comprensión que la Ciencia Cristiana nos da acerca de cómo orar acerca de los problemas desde una base espiritual.
Eliana Cerviño
Montevideo, Uruguay
