Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer
Original Web

La armonía en el hogar es restaurada

Del número de abril de 2024 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 22 de enero de 2024 como original para la Web.


En una de mis reuniones anuales de la asociación de estudiantes de la Ciencia Cristiana, mi maestra de la Ciencia Cristiana mencionó que debe haber compromiso antes de que pueda haber convicción. Aprender más acerca de Dios es una travesía llena de alegría, y hace varios años, me comprometí a profundizar mi comprensión de Dios. 

Durante este período para mejorar mi estudio, dediqué la mayor parte de mi tiempo libre a leer Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por Mary Baker Eddy, estudiar mis notas de la instrucción de clase de la Ciencia Cristiana, llenar mi pensamiento de las ideas compartidas en las revistas de la Ciencia Cristiana y orar a diario con ideas de las Lecciones Bíblicas semanales descritas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana

Una mañana, mi esposo, que no es Científico Cristiano, se molestó mucho conmigo por una visión espiritual que le había contado. Reaccionó con indignación, diciendo que lo único que había estado haciendo últimamente era leer “¡ese libro!” (Ciencia y Salud). Dijo que ya no tenía ningún deseo de ir conmigo en las vacaciones que habíamos planeado para la semana siguiente, e incluso llegó a preguntarme si quería divorciarme porque tal vez yo era “demasiado espiritual” para él. Comentó que ni siquiera me conocía, puesto que yo había cambiado. 

Me sorprendí y traté de hablar, pero él no parecía dispuesto a escuchar. Hubo una tensión palpable en la casa durante el resto de ese día. Mientras nos preparábamos para ir a la cama esa noche, me dijo que yo debía dormir en el sofá.

Mientras estaba acostada en el sofá, le envié un mensaje de texto a una practicista de la Ciencia Cristiana y le expliqué lo que había sucedido. Ella me dijo que no tuviera miedo de servir solo a Dios. Esto me dio mucho valor para seguir adelante y confiar en que la Verdad, Dios, revelaría lo que necesitaba manejarse con la oración. Mientras oraba, me di cuenta muy claramente que la ira y la confusión que mi esposo había manifestado no eran él en absoluto. No muchos días antes de esto, había estado dando gracias a Dios por la bondad, la gentileza, el ingenio, la lealtad, la integridad, el altruismo, el valor y la paciencia de mi esposo. 

En ese momento me di cuenta de que no podía ser engañada a creer que él expresaba algo menos que estas cualidades espirituales. Si había algo que le molestaba que necesitaba ser abordado o un problema del que necesitábamos hablar como pareja, esto se revelaría y podríamos resolver las cosas juntos. Debido a que conocía a mi esposo tan bien como la expresión de Dios, reconocí que esta fea situación no tenía ninguna injerencia sobre mi esposo o nuestro matrimonio. Me di cuenta de que la Mente única, Dios, jamás había conocido el intercambio de esa mañana. Comprendí que nuestro hogar era una expresión completa y armoniosa del Amor y la Mente divinos.

Me desperté varias veces durante esa noche y me aferré con firmeza a la verdad que me había sido revelada, sabiendo que solo podía esperar el bien. 

Un pasaje de Ciencia y Salud se relacionó directamente con mis oraciones. Al responder a la pregunta: “¿No existe el pecado?”, la Sra. Eddy declara: “Toda la realidad está en Dios y Su creación, armoniosa y eterna. Lo que Él crea es bueno, y Él hace todo lo que es hecho. Por tanto, la única realidad del pecado, la enfermedad o la muerte es el hecho terrible de que las irrealidades parecen reales a la creencia humana que yerra, hasta que Dios las despoja de su disfraz. No son verídicas, porque no son de Dios. Aprendemos en la Ciencia Cristiana que toda desarmonía de la mente o del cuerpo mortales es una ilusión, que no posee ni realidad ni identidad aunque parezca ser real y tener identidad” (págs. 472-473).

Al día siguiente era domingo, y antes de ir a la iglesia, le di los buenos días a mi esposo, lo besé y le dije que lo amaba. Cuando nos reconectamos a la hora de la cena, tuvimos una agradable comida con nuestra hija y había muy poca tensión. Antes de irme a la cama, le pregunté si podíamos hablar, a lo que accedió. Nuestra conversación fue tranquila y respetuosa, y escuchamos los pensamientos y preocupaciones del otro. Nos fuimos a la cama con alegría y risas y sintiéndonos muy emocionados por nuestras vacaciones de la semana siguiente. Nuestro matrimonio sigue siendo uno de respeto mutuo, bondad y de vivir “la divina aventura del Amor [de ser] Todo-en-todo” (Mary Baker Eddy, La Primera Iglesia de Cristo, Científico y Miscelánea, pág. 158). 

Nombre omitido 

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / abril de 2024

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.