Mucho se ha hablado de la corrupción en numerosas partes del mundo, incluso en Brasil. La palabra corromper puede significar “adulterar; pervertir; sobornar”. Y sobornar es “ofrecer dinero u otros objetos de valor para lograr algo opuesto a la justicia, al deber o a la moral” (Dicionário Aurélio da língua portuguesa).
Por lo general, condenamos la corrupción llevada a cabo por los políticos, cuyas acciones a veces pueden ser ilegales, o legales, pero no morales. Pero ¿estamos atentos a nuestra propia obediencia a la ley, incluida la ley moral? Por ejemplo, ¿tenemos la tentación de colarnos en una fila de espera antes que los demás? ¿O utilizar recursos en el trabajo para fines personales sin autorización? ¿Cumplimos siempre con las leyes de nuestro país?
Es importante resistir la influencia que dice: “Todo el mundo lo hace”. Mary Baker Eddy, la Fundadora de la Ciencia Cristiana, escribe: “Dejándonos llevar por la corriente popular del pensamiento mortal sin poner en duda la autenticidad de sus conclusiones, hacemos lo que otros hacen, creemos lo que otros creen, y decimos lo que otros dicen” (Escritos Misceláneos 1883-1896, pág. 228).
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