Cuando era niño, me quedaba despierto durante horas por la noche tratando de conciliar el sueño. El problema, tal como lo veo ahora, era mi insistencia en entender qué significaba quedarse dormido para poder hacerlo realidad. Por supuesto, no hay nada de malo en querer entender algo, pero este tipo de curiosidad era contraproducente para mi necesidad de simplemente ceder al sueño.
He estado pensando en esto últimamente en relación con la curación espiritual en la Ciencia Cristiana y el hecho de que la práctica de la Ciencia Cristiana se trata de ceder a la Mente divina, Dios. En Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy, leemos: “El efecto de esta Ciencia es inducir la mente humana a un cambio de base, sobre la cual pueda ceder a la armonía de la Mente divina” (pág. 162).
De niño, mi esperanza de que podía saber lo suficiente sobre el sueño como para pensar en cómo lograrlo no era una buena base sobre la cual ceder. Del mismo modo, he encontrado ciertas perspectivas menos conducentes que otras a la práctica eficaz de la curación espiritual. Por ejemplo, la fascinación por el problema por el que estoy orando tiende a hacer que el problema me parezca más sustancial o real. En mi experiencia, una perspectiva más útil es el reconocimiento de que Dios es más grande que el problema. De hecho, Dios es infinitamente más grande que el problema y es el único poder. Entonces ceder a lo que Dios, la Mente, sabe acerca de mí como Su idea eterna y armoniosa, se vuelve más fácil. Cuando cedemos a Dios, se produce la curación.
La Ciencia Cristiana a veces se ve como un cambio más espiritual en el pensamiento que causa curación. Pero es interesante que la Sra. Eddy, al describir el “efecto” de esta Ciencia, no se detiene en la agitación de la mente humana “a un cambio de base”. Sí, un cambio de paradigma o una perspectiva más espiritual conduce a la curación. Pero las perspectivas y paradigmas humanos solo son útiles para sanar en la medida en que nos lleven a ceder a lo que Dios conoce, que es Su creación totalmente buena. En otras palabras, no es simplemente un cambio de pensamiento humano lo que sana. Es sólo cuando nuestro pensamiento da paso a la única Mente —la Mente divina— que experimentamos curación. Como nos dice el libro de Isaías en la Biblia: “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos mis caminos —declara el Señor” (55:8, LBLA).
También es interesante para mí que, debido a que la Ciencia Cristiana es una Ciencia, no necesitamos saber todo, o a veces algo específico, acerca de Dios o la Ciencia divina para que ocurra la curación. Aprender acerca de Dios y la Ciencia nos da herramientas para trabajar cuando oramos, ayudando a impulsar a la mente humana a un cambio de base. No obstante, cuando cedemos a Dios, somos sanados, ya sea que entendamos o no la razón del porqué. Esta sumisión puede ser provocada simplemente al sentir la presencia de Dios, una aceptación consciente del amor de Dios, o incluso la sensación de que no tenemos más remedio que dejar nuestras circunstancias al cuidado de Dios.
Hace varios años, estaba en un viaje de campamento con mi esposa y algunos amigos cuando me enfermé seriamente. Aunque quería pasar el rato con todo el mundo, tuve que tomarme un tiempo para recuperarme. Cuando regresamos a casa, tenía un intenso dolor de cabeza. Nunca había experimentado algo así. Me costaba pensar y no podía dormir.
En medio de la noche, llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana para que orara por mí. No recuerdo nuestra conversación, pero sí recuerdo que me sentí reconfortado. Según recuerdo, los síntomas persistieron durante un día más y me mantuve en contacto con la practicista. La noche siguiente, nuevamente incapaz de conciliar el sueño y resultándome difícil pensar y orar, busqué himnos del Himnario de la Ciencia Cristiana en línea y los escuché con auriculares. Aunque había oído hablar de otras personas que se sanaban escuchando himnos, yo nunca los había usado de esta manera. Finalmente, los reconfortantes mensajes calmaron mi pensamiento y pronto me sané. No he tenido ningún problema como este desde entonces.
Al recordar lo sucedido, me doy cuenta de que no estaba razonando mucho durante esta experiencia. De hecho, ¡me costaba mucho pensar en cualquier cosa! Llamar a la practicista me ayudó a reconocer que Dios tenía una respuesta para mí — un cambio de la previa perspectiva de impotencia — pero la curación ocurrió cuando cedí al mensaje de consuelo de Dios contenido en esos himnos. Como dice Ciencia y Salud: “En la Ciencia divina, donde las oraciones son mentales, todos pueden valerse de Dios como ‘pronto auxilio en las tribulaciones’” (págs. 12-13).
Ceder a Dios como nuestra única Mente trae alivio, consuelo y curación, independientemente de nuestras circunstancias, esfuerzos o comprensión. Continúo aprendiendo más sobre esto y estoy agradecido por el pronto auxilio de Dios.