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Original Web

Obrero está bien después de caerse del techo

Del número de julio de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 2 de septiembre de 2024 como original para la Web.


En 2021, mi esposo y yo construimos una adición al segundo piso de nuestra casa para agregar una nueva oficina para mi práctica de curación de la Ciencia Cristiana. Los techadores estaban colocando las últimas tejas en el techo cuando uno de los obreros me vino a ver corriendo, y jadeando me dijo que su compañero de trabajo acababa de caerse de la parte superior del techo y había aterrizado de espaldas sobre los adoquines de hormigón de abajo. Me acerqué rápidamente a él, orando como normalmente hago de acuerdo con la práctica de la Ciencia Cristiana: manteniendo en mi pensamiento solo lo que Dios estaba viendo acerca de Su amado hijo.

De inmediato pensé en la historia de Eutico en la Biblia (véase Hechos 20:7-12). Mientras Pablo predicaba hasta altas horas de la noche, el joven se quedó dormido y luego se cayó del tercer piso. Fue declarado muerto, pero Pablo descendió, lo abrazó y dijo a la gente: “No os alarméis, pues está vivo”, y Eutico revivió. Para mí esto quería decir que Dios es la Vida del hombre, que Dios sostiene y mantiene a Su imagen y semejanza.

También pensé en esta declaración del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, escrito por Mary Baker Eddy: “La Ciencia divina del hombre está tejida en una sola tela consistente, sin costura ni rasgón” (pág. 242). Pensé: “Todo está en una sola pieza, sin nada rasgado o roto”. 

Me arrodillé junto al trabajador caído, sintiéndome muy segura de esas verdades, y le dije: “Estás bien, no te preocupes”. Sus compañeros de trabajo lo sentaron y lo revisaron. No había rastro de daño o sangrado alguno. 

Al parecer, el hombre estaba en estado de shock y no dijo una palabra. Imaginé que estaba agradecido de estar vivo. No hablaba inglés, así que fui a mi computadora y le traduje un mensaje. Decía: “Estás a salvo en el amor de Dios que todo lo abarca”. Le agregué un corazoncito y se lo entregué. 

Un poco más tarde estaba de pie caminando, hablando por su teléfono celular. Noté que una mano estaba hinchada y el dorso lastimado, pero podía mover todos los dedos libremente; no se quebró nada. Volví a mi computadora para traducirle otro mensaje. Este decía: “Todo lo que ves y sientes es un estado de consciencia, y puedes cambiarlo. Aférrate al pensamiento de que estás completo y perfecto, y lo verás”. Dije esto porque estoy aprendiendo que todo aquello que llamamos materia es en realidad un pensamiento exteriorizado —una imagen externa de nuestro pensamiento interno— y para cambiar la imagen, debemos cambiar los pensamientos que producen la imagen.

El hombre leyó este segundo mensaje y me miró, pero no dijo una palabra. Yo no tenía idea de lo que él pensaba, pero sabía que Dios le estaba hablando de una manera que él podía entender. 

Pasé la siguiente hora orando para ver al hombre de Dios libre de toda caída, puro y recto.

Pasaron dos días antes de que él y el equipo regresaran. Le pregunté entonces cómo estaba su mano. Él la extendió para que yo la mirara, y yo la puse en mi mano y dije: “Dios es bueno”. Estaba perfectamente bien, ya no estaba hinchada y la piel estaba sana. 

Más tarde, cuando me preparaba para presentar este testimonio para publicación, le pregunté a nuestro contratista si estaría dispuesto a verificar la curación del hombre. Me escribió un correo electrónico (dándome permiso para publicar) que decía: “Me gustaría verificar para la iglesia de la Sra. Paulk que uno de nuestros techadores se cayó del techo del segundo piso de su casa y, gracias al poder de las oraciones de la Sra. Paulk, el techador nunca necesitó atención médica y estaba completamente bien. —Pablo”.

Durante este proyecto de construcción sucedieron otras cosas desagradables, pero todo terminó bien. Un día acababa de estudiar la lección bíblica semanal del Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y me sentí lista para continuar con mi día. Un versículo se había destacado: “Me diste asimismo el escudo de tu salvación; Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido” (Salmo 18:35). Al cabo de una hora, estaba de pie en el patio hablando con dos contratistas, cuando de repente dos vigas de madera salieron volando del techo, una a cada lado de mi cabeza, y una de ellas rompió un adoquín de piedra. Los hombres saltaron a un lado, y yo me quedé allí, sorprendida pero pensando: “Dios me ha dado el escudo de Su salvación. Su mano está sobre mí”. Me sentí completamente protegida.  

A veces, cuando algo bueno sucede o está a punto de suceder, puede parecer como si el magnetismo animal —una sugestión de maldad que nos viene al pensamiento— impidiera que este bien suceda. Una función de la práctica sanadora de la Ciencia Cristiana representa la función del Cristo, la Verdad, al sanar a la humanidad y cuidar de sus necesidades. El anticristo, o cualquier cosa anticristiana, podría venir como una sugestión a nuestro pensamiento diciendo que algo podría detener el bien, pero como dice la Biblia de Dios: “No hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?” (Daniel 4:35). Dios, el bien, es excelso sobre todo, y no sólo es omnipotente, sino también el bien omnipresente. 

En los meses de construcción, la pandemia estaba en su apogeo, por lo que hubo escasez de mercaderías. A veces nos quedábamos sin materiales y nos decían que pasarían meses antes de que pudiéramos conseguir más. Pero me negué a consentir la creencia de escasez en el reino de Dios. Cada vez que ocurría algo así, les preguntaba a los contratistas si creían que todo era posible para Dios. Dijeron que sí. Mantuve mi pensamiento abierto a la idea de infinitas posibilidades. Entonces, o bien el suministro necesario se encontraba el mismo día, o lo teníamos en unos pocos días.

A lo largo de la Biblia oímos hablar de los desafíos humanos, que son básicamente los mismos en todas las épocas. Pero aquellos que caminan con Dios, —es decir, que reconocen Su poder y presencia y se adhieren a Sus enseñanzas— siempre están seguros y cuidados, y tienen lo que necesitan a pesar de lo que pueda sugerir lo contrario. 

Ciencia y Salud explica esto, y este libro sigue siendo para siempre el mejor regalo que alguien me ha dado. Todos los incidentes que he descrito se relacionan con la construcción de una oficina, una oficina que representa la operación sanadora del Cristo en el mundo de hoy. Muestran que, ya sea que lo que se presenta a nuestra consciencia sea visto como accidentes o falta de suministros, la realidad de la Vida, el Amor y la Verdad divinos no se puede ocultar a los amados hijos de Dios.  

Nikki Paulk
Ponte Vedra Beach, Florida, Estados Unidos 

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