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La curación tiene lugar en el pensamiento, en la reconfortante comprensión espiritual de nuestra semejanza con Dios presente y eterna.
Quedó muy claro que un ser espiritual nunca tiene un accidente.
La salud es tan integral para nosotros como las rayas lo son para un tigre.
Las cualidades de la maternidad son cualidades de Dios.
La quietud que resulta al comprender la omnipresencia del Espíritu tiene un impacto sanador continuo.
Como hijos de Dios, qué maravilloso es abrazar nuestra herencia divina de salud perfecta como evidencia de la actividad de la ley divina de la Mente en operación, que nos mantiene siempre bien y sanos.
Sané de todo el temor y la superstición sobre el orden de nacimiento de mis hijos.
Cuando escuché a Dios y abandoné mis celos, en lugar de perder algo, gané dos buenos amigos.
Cuando sanamos después de mucho tiempo, es natural tomar las bendiciones que hemos recibido a través del crecimiento espiritual y encontrar maneras de compartirlas con los demás.
Esa sensación de estar abrumada por los nervios y el temor se rompió y se disolvió. Me embargó la paz más profunda que haya sentido jamás.