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En la medida en que defendemos diariamente nuestra obediencia natural a Dios, permanecemos alertas y aprendemos que esto no es una tarea, sino el mejor y más importante momento del día.

A menudo, lo que lleva a las personas a los extremos es el temor al cambio. Siempre hay cambios, y parece inquietante, pero a este autor le resulta reconfortante saber que hay una Ciencia que gobierna estos cambios: la Ciencia Cristiana.

Al enfocarse en la presencia tangible de Dios en su vida y la expresión de las cualidades divinas como reflejo de Dios, la restauración física y espiritual fueron como pasos naturales de progreso.

Al volverse a Dios de todo corazón en busca de dirección y escuchar con confianza Su guía amorosa, la autora fue claramente testigo de la operación de la ley divina de la armonía al tratar de vender su casa.

Este adolescente estaba muy ansioso por el próximo examen de derecho, pero oró y comprendió que solo hay una Mente, Dios; por lo tanto, la inteligencia que respaldaba la creación del examen también debía respaldar las respuestas al examen.

Sé, Señor, que Tú me oyes. Estoy aquí y quiero servirte.

Necesitaba ver más claramente mi propia identidad como reflejo del Amor divino: mi legítima herencia como hijo perfecto de Dios.

Puesto que soy el reflejo perfecto de Dios, no puedo lastimarme, porque Dios no puede ser herido. Dios es Espíritu, y ¿cómo podría el Espíritu ser herido? Lo mismo ocurre conmigo, porque soy espiritual. 

Una vez que comprendí esto, también vi que la verdadera oración acepta humildemente la paternidad y la maternidad de Dios, trayendo tranquilidad al corazón. Silencia los argumentos en contra del progreso y la curación, lo que resulta en la buena disposición para vivir las cualidades de Dios al albergarlas y expresarlas.

El Cristo nos impulsa a vivir desde el Amor y a hacer lo correcto, a pesar del temor a las consecuencias. Nos brinda la sincera convicción de que podemos seguir adelante.