Realmente no me lo esperaba. Hacía dos años que estaba en mi nuevo trabajo, y pensaba que lo estaba haciendo bien, pero la evaluación anual de mi desempeño decía lo contrario. Lo que más me dolía era que yo amaba la organización para la que trabajaba, y la evaluación tan mala me hacía sentir que les había fallado a todos.
Tras la conmoción inicial, consideré mis opciones y pensé en cuestionar la evaluación o justificar mi posición. Pero me di cuenta de que la evaluación de mi jefa tenía algo de mérito, y finalmente tuve que resolver esto de una forma diferente: por medio de la oración.
He sido Científico Cristiano toda la vida y he visto muchas curaciones mediante la oración, incluso de relaciones personales. Y la base de este problema era mi relación con mi jefa. Me caía muy bien y me gustaba trabajar con ella porque tenía un gran sentido del humor. Al mismo tiempo, me sentía tentado a enojarme por lo que yo pensaba que era una evaluación injusta. Me di cuenta de que ella había hecho lo mejor que podía al evaluar mi trabajo, y reconocer que su intención había sido ayudarme a ser un mejor empleado era un buen primer paso. Sin embargo, eso no sanaba el sentimiento de injusticia que yo experimentaba.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!