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Original Web

Dios es el progenitor de todos nosotros

Del número de agosto de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 5 de mayo de 2025 como original para la Web.


Cuando me enteré de la reciente recomendación del Director General de Salud Pública de los Estados Unidos sobre el estrés que enfrentan los padres, despertó mi interés (véase Ali Martin, “Parent stress is a national health issue: Asking for help is a strong first step,” September 5, 2024). Al principio estuve de acuerdo con la idea de que ser padre puede ser una amenaza para la salud mental y el bienestar. ¡Puede ser un trabajo duro e ingrato!

Y como “papá” de tres maravillosos niños pequeños a quienes amo mucho, siento que hay una gran brecha entre las experiencias de los padres y los compañeros que no tienen hijos. Nuestras vidas personales son tan diferentes que a menudo me siento incomprendido por personas que no son padres. Tal vez este tipo de proclamación podría ayudar a cerrar esa brecha y disminuir la presión externa que se ejerce sobre los padres.

Pero incluso si lo hiciera, ¿quiero realmente ponerme esa etiqueta: un padre que lucha con su salud mental y su bienestar?

Mi esposa y yo, ambos Científicos Cristianos de toda la vida, oramos por todos los aspectos de la vida, especialmente la crianza de los hijos, mientras navegamos por el equilibrio entre la vida familiar y nuestros trabajos de tiempo completo. Una idea para orar a la que recurrimos una y otra vez es que Dios es nuestro Progenitor, el único Progenitor verdadero de todos nosotros.

Reconocemos a nuestros hijos —y lo que es igualmente importante, a nosotros mismos— como hijos de Dios. Esto nos ha ayudado a mantenernos libres de sentir el peso de una abrumadora responsabilidad sobre nuestros hombros.

Esto puede dar lugar a las preguntas: ¿Qué significa ser un hijo de Dios? ¿Y qué, o quién, es Dios?

No necesitamos mirar más allá del primer libro de la Biblia, el Génesis, para leer que “Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (1:27). Pero esa declaración fue escrita hace mucho tiempo. ¿Todavía se aplica a nosotros hoy en día?

¡Por supuesto que sí! Mary Baker Eddy, la Descubridora de la Ciencia Cristiana, aprendió a través del estudio de la Biblia que Dios está tan presente hoy como siempre. Dios, el Espíritu, es eterno e inmutable. Él es todopoderoso. Y Dios es bueno, no una mezcla del bien y del mal; es simplemente bueno en todo momento. Por lo tanto, nosotros, hechos a Su imagen y semejanza, también somos espirituales y buenos.

Comprender a Dios más profundamente de esta manera es una inmensa ayuda para encontrar el equilibrio que a menudo parece faltarles a los padres. Cuando nos quedamos atrapados pensando que hemos creado a nuestros hijos y que estamos eternamente a cargo de ellos, inadvertidamente hemos malinterpretado nuestra función. Y nos encontramos bajo un falso sentido de responsabilidad en lugar de expresar con alegría la crianza de Dios y celebrar el crecimiento de nuestros hijos, lo que nos permite experimentar más armonía al criarlos, así como en nuestra vida cotidiana en general.

Entonces, ¿cómo podríamos cambiar nuestro pensamiento en esta dirección ascendente?

La Ciencia Cristiana enseña que un sinónimo de Dios es Mente, la inteligencia divina siempre presente. Al reconocer que los pensamientos tumultuosos o limitantes no son legítimos, porque no provienen de Dios, nos volvemos más receptivos a los mensajes de la Mente divina.

En mi experiencia, estos mensajes a menudo vienen en forma de intuición, o una idea espiritual que reemplaza el concepto no divino al que me he estado aferrando.

Escuchar estos mensajes de Dios me ayuda a dejar de sentir que tengo el control de cada detalle de la vida y el comportamiento de mis hijos, o que podría cometer un error grande y lamentable. También me guía a realizar las acciones correctas como padre.

Al recurrir a la Biblia, leemos en Primera de Juan: “¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios!” (3:1). Todos somos hijos de Dios. En nuestra familia, a menudo nos recordamos unos a otros que “¡Dios no tiene nietos!”. Los padres, los hijos y los abuelos por igual tienen una relación directa de hijo-progenitor con nuestro Padre-Madre Dios.

Les explicamos a nuestros hijos que los estamos criando de la mejor manera que sabemos, y que necesitan aprender a ser amables, considerados y obedientes, pero que también podemos pensar en nosotros mismos como hermanos y hermanas en Cristo, la verdadera idea de Dios. Y como dice la Biblia: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28).

Esta visión espiritual de la familia presenta la paternidad no como una carga, ¡sino más bien como una bendición!.

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