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Original Web

La educación y el progreso espirituales

Del número de agosto de 2025 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

Apareció primero el 3 de febrero de 2025 como original para la Web.


Las enseñanzas de Cristo Jesús tenían el propósito de revelar la realidad espiritual a sus seguidores, lo cual lleva a vivir en el reino de los cielos en la tierra, el reino de la armonía espiritual. ¿Cómo podemos progresar para obtener una perspectiva presente de esta realidad? Cada uno de nosotros tiene un sentido espiritual que revela lo que es real y bueno y trae curación y progreso, por lo que nuestro primer paso debe ser buscar formas de educar ese sentido espiritual; es decir, desarrollar una visión verdadera y espiritual de Dios y el universo. 

Cristo Jesús nos dio un punto de partida crítico para avanzar espiritualmente cuando dijo: “De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Marcos 10:15).

Las cualidades que a menudo se ven en los niños, como la humildad, la receptividad y la pureza, nos hacen ser receptivos al sentido espiritual de lo que es real. Y esas cualidades son inherentes a nuestra verdadera naturaleza como hijos de nuestro Padre-Madre Dios, y cada uno de nosotros las expresamos eternamente. 

El pensamiento propio de un niño nos ayuda a ser receptivos a despojarnos de las falsedades acerca de Dios y el hombre que hemos aprendido a través de la educación que no se basa en la comprensión y demostración del Espíritu, Dios. La educación obtenida a través de una mentalidad mortal nos entrena para creer en un modelo limitado y, en última instancia, falso de lo que es real. Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, ilustra cuán poco fiable es este modelo, el sentido material de las cosas, cuando escribe sobre la historia de Kaspar Hauser, un niño alemán que vivió en el siglo XIX: “Encarcelado en una mazmorra, donde ni luz ni sonido podían llegarle, Kaspar tenía a la edad de diecisiete años todavía la mentalidad de una criatura, llorando y parloteando sin más inteligencia que un bebé...” (Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, pág. 194).

La Sra. Eddy continúa diciendo: “Su caso prueba que el sentido material no es sino una creencia formada únicamente por la educación. La luz que nos alegra le causaba una creencia de dolor intenso. Los ojos se le inflamaban con la luz. Después que al balbuceante muchacho se le enseñó a decir algunas palabras, pidió que lo llevaran otra vez a su mazmorra y dijo que jamás sería feliz en otra parte. Fuera de la tétrica oscuridad y el frío silencio no encontraba paz. … Todo lo que comía, excepto su corteza de pan negro, le producía vómitos violentos. Todo lo que a nuestros sentidos educados da placer, a él le causaba dolor por medio de esos mismos sentidos enseñados en dirección opuesta”.

El sentido material siente y percibe sólo lo que se le ha enseñado a creer. Este sentido falso incluye tanto el bien como el mal, alegrías y tristezas, placeres y dolores, en los que la felicidad y la salud parecen frágiles, convirtiéndose tarde o temprano en sufrimiento.

La educación espiritual, por otro lado, desarrolla nuestro sentido espiritual. Al usar esta capacidad innata de nuestro ser real, creado por Dios, podemos negarnos a ser impresionados y engañados por el sentido material de las cosas. Cuando recurrimos a Dios para descubrir lo que realmente está sucediendo, el sentido espiritual nos libera del sufrimiento al revelar la realidad armoniosa de Dios y del hombre. Cuando nos dirigimos a Dios al orar y estudiar, podemos sentir la influencia del Cristo, la idea divina de Dios que solo expresa el bien, que restaura el sentido espiritual que tiene cada uno de nosotros por ser reflejo de Dios. Esto trae curación a las situaciones humanas.  

La Sra. Eddy estableció un sistema de educación espiritual basado en las enseñanzas de Cristo Jesús. Este enfoque educativo nos ayuda a seguir el ejemplo de vida de Jesús de manera práctica, experimentar el reino de Dios ahora y ser sanadores cristianos. Al sacar a relucir nuestro sentido espiritual, este inspirado sistema de aprendizaje fortalece nuestra capacidad de sanar a través de la oración. 

Esta educación incluye el estudio de las Lecciones Bíblicas semanales publicadas en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, que pone al descubierto el sentido sanador y transformador del mensaje de la Biblia; los servicios dominicales de la iglesia y la Escuela Dominical, que se basan en esas Lecciones Bíblicas; las reuniones de testimonios de los miércoles, que dan prueba de las verdades de la Ciencia Cristiana; las Salas de lectura, donde cualquiera puede obtener una perspectiva espiritual de la realidad; la Instrucción de clase Primaria con un maestro autorizado de la Ciencia Cristiana, que brinda a los estudiantes una perspectiva más profunda sobre cómo sanarse a sí mismos y a los demás; y las revistas semanales y mensuales como esta.

Al hablar acerca de enseñar a otros a sanar, la Sra. Eddy comenta: “Ante todo hay que educar y desarrollar mentalmente el sentido espiritual o facultad perceptiva por el cual se aprende el tratamiento metafísico de la enfermedad; hay que enseñarle cómo debe aprender a la vez que se le imparte le enseñanza” (La curación cristiana, pág. 14).

En esta aventura de aprendizaje, podemos descubrir paso a paso nuevos puntos de vista sobre la belleza y la infinitud de Dios, el universo y nosotros mismos. Estos nuevos puntos de vista renuevan nuestra experiencia. 

Cuando aprendemos a renunciar a las formas materiales de pensar y estamos dispuestos a usar el sentido espiritual para comprender a Dios; cuando vemos en los demás sólo lo que es bueno y puro; cuando perdonamos con humildad; cuando renunciamos a las opiniones personales; y cuando amamos a los demás tan profundamente que dedicamos nuestras vidas a sanar y apoyar a nuestras comunidades, entonces demostramos que hemos aceptado la instrucción de Jesús de llegar a ser como un niño pequeño. Cuando aprovechamos los numerosos medios que la Sra. Eddy nos proporcionó para educarnos espiritualmente, descubrimos que Dios nos ama y nos preserva con leyes de armonía y perfección. Descubrimos más sobre nuestra identidad espiritual ilimitada, que incluye salud, pureza y bien en constante desenvolvimiento. Vivimos una vida expansiva, en la que somos bendecidos al bendecir a los demás.

Mónica Passaglia 
Escritora de Editorial Invitada

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