Sam llamó a Elisabeth, su maestra de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, para decirle que se había lastimado el dedo. “¡Realmente me duele mucho!”, dijo.
—Oh, hola —respondió la maestra de Sam—. ¿Es este Sam, la ardilla verde?
Sam pensó que era una tontería decir eso.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!