Todos queremos ser conocidos y comprendidos con precisión por el bien que hacemos, y un nombre o título puede fomentar esa comprensión. Hay muchos casos en toda la Biblia donde los nombres y títulos reflejan la visión e iluminación espirituales de una persona. El título divino de Jesús es Cristo, basado en su expresión del tipo más elevado de divinidad reflejada en una forma humana. Su discípulo, Simón Barjonás, fue renombrado Pedro (del griego petros, que significa piedra) por su reconocimiento de que Jesús ejemplificaba al Cristo, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Fue sobre este fundamento espiritual que Jesús dijo que edificaría su iglesia. Y Saulo pasó a llamarse Pablo cuando, humildemente, se convirtió en un seguidor de Cristo después de que se le revelara la equivocada premisa sobre la cual había perseguido previamente a los cristianos.
En nuestra sociedad, los títulos de trabajo a menudo nos dicen algo sobre las personas que tienen esos trabajos. Por ejemplo, si alguien es enfermero, esto ofrecería cierto conocimiento acerca de él. Probablemente daría una idea de alguien que se preocupa por la humanidad y se dedica al bienestar de los demás. En la mayoría de los casos, uno probablemente supondría que el individuo ha sido entrenado y acreditado como profesional con licencia en un entorno de atención médica convencional.
Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana, proporcionó un título, una norma y descripción del trabajo para la función de un “enfermero de la Ciencia Cristiana” en el Manual de La Iglesia Madre, donde dice: “Un miembro de La Iglesia Madre que se acredite como enfermero o enfermera de la Ciencia Cristiana, deberá tener un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana, comprender a fondo la sabiduría práctica respecto al cuarto de un enfermo, y que pueda cuidar bien del enfermo” (pág. 49).
Si bien partes de la descripción podrían aplicarse a una variedad de profesionales de la salud, un enfermero de la Ciencia Cristiana se distingue de manera única por tener “un conocimiento demostrable de la práctica de la Ciencia Cristiana”. Este no solo es el primer elemento de la descripción del trabajo, sino que es quizás su aspecto más importante. Sirve como complemento de la oración, o tratamiento espiritual, proporcionado por un practicista de la Ciencia Cristiana, o sanador.
El requisito de “un conocimiento demostrable” de esta práctica metafísica indica la necesidad de comprender que uno puede experimentar la curación a través de las enseñanzas espirituales de esta Ciencia. No solo se requiere de un estudio concertado y consecuente de la Biblia y Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras, por la Sra. Eddy, sino también el compromiso de vivir la eficacia de la curación en la Ciencia Cristiana en nuestra actividad diaria. Este conocimiento demostrable se logra al tomar instrucción de clase de la Ciencia Cristiana, tener la experiencia práctica individual y, lo más importante, un carácter de humildad, caridad y amor abnegado por Dios y la humanidad. Esto permite al enfermero de la Ciencia Cristiana ver a los pacientes como Dios los ve, así como ayudarlos a verse a sí mismos bajo esa misma luz. El requisito del conocimiento demostrable es la calificación para estar en la posición tan única de apoyar a aquellos que eligen recurrir a la curación espiritual a través de la Ciencia Cristiana.
Este cuidado se expresa a través de las cualidades de alegría, orden, puntualidad, paciencia, fidelidad y receptividad al Amor divino.
La enfermería de la Ciencia Cristiana no es una forma de atención médica, y no incluye ningún diagnóstico o pronóstico médico, manipulación física, administración de fármacos ni técnicas o tecnología médicamente orientadas. Un aspecto fundamental del ministerio es “confirmar, mediante una oración activa y devota, la innata espiritualidad de cada persona y su receptividad al gobierno armonioso de Dios” (véase “Alcance de los Servicios del enfermero de la Ciencia Cristiana” en christianscience.com), mientras que al mismo tiempo proporciona atención práctica y calificada. El estatuto sobre el “enfermero de la Ciencia Cristiana” en el Manual establece el título oficial para aquellos que se representan a sí mismos en esta profesión. Puede ser tentador referirse a la enfermería de la Ciencia Cristiana solo como “enfermería”, pero omitir las palabras Ciencia Cristiana en referencia a esta profesión en realidad puede promover un falso sentido de la misma.
La sociedad tiende a medicalizar términos como médico o medicina. Pero la Sra. Eddy escribe: “Por medio de la Ciencia Cristiana, se inspira la religión y la medicina con una naturaleza y esencia más divinas; nuevas alas son dadas a la fe y a la comprensión, y los pensamientos vuelven inteligentemente en amistad con Dios” (Ciencia y Salud, pág. 107).
Ciencia y Salud explica la medicina como “medios del pensamiento divino”, que “incluyen leyes espirituales que emanan del poder y de la gracia invisibles e infinitos” (pág. 118). La primera medicina, que estaba detrás de la obra sanadora de Cristo Jesús, era la Mente divina, que no dependía de ningún medio material ni manipulación. Esta Mente revela que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios; y debido a que Dios es puro Espíritu, el hombre debe ser enteramente espiritual, no material. Una creación espiritual no puede ser corregida con una sustancia material más de lo que una ecuación matemática puede ser resuelta con un bate de béisbol. Por lo tanto, el medio por el cual Jesús trajo un mayor sentido de salud y curación a la humanidad fue la revelación y la transformación espirituales, no los procedimientos y remedios materiales.
La enfermería de la Ciencia Cristiana, es una actividad espiritual empoderada por la percepción divina, el amor, la caridad y la compasión.
Esto se extiende al concepto de la enfermería de la Ciencia Cristiana, una actividad espiritual empoderada por la percepción divina, el amor, la caridad y la compasión. La fuente de esta actividad es el Amor divino mismo, nombre que la Biblia y Ciencia y Salud usan para Dios, y que da a entender Su provisión y cuidado continuos para Sus hijos. Este cuidado se expresa a través de las cualidades de alegría, orden, puntualidad, paciencia, fidelidad y receptividad al Amor divino (véase Ciencia y Salud, pág. 395). Estas cualidades espirituales, más que los métodos materiales, forman la base sobre la cual se lleva a cabo la enfermería de la Ciencia Cristiana.
La Sra. Eddy afirma: “Las dos palabras más grandes en el vocabulario del pensamiento son ‘Cristiano’ y ‘Ciencia’” (No y Sí, pág. 10). Esto tiene relación con la enfermería de la Ciencia Cristiana. Por lo tanto, no haría justicia a la magnitud de esta profesión omitir “Ciencia Cristiana” en el título, incluso en conversaciones casuales con otras personas que podrían estar familiarizadas con esta forma de cuidado.
Reconocer el título completo no solo reconoce la elevada norma espiritual y el fundamento en el que se basa, sino que ayuda a “mantener la dignidad y defensa de nuestra Causa” a través de la obediencia al Manual (pág. 3). Usar el título completo “Enfermero de la Ciencia Cristiana” no solo ayuda a promover la claridad, sino que demuestra aprecio por la eficacia de la enfermería de la Ciencia Cristiana y su contribución a la curación espiritual.