Era un día de principios de verano. Avery estaba jugando afuera. Era divertido jugar en la casa de Ya Ya (la abuela) y el abuelo. A Avery le gustaba trepar por las grandes rocas afuera y jugar al barco pirata.
Así que Ya Ya se sorprendió cuando Avery entró de repente. Sostenía muy suavemente algo en sus manos. Cuando Ya Ya miró más de cerca, vio que era una mariposa. No se movía, y una de sus alas parecía estar rota o herida. Parecía que no podía volar.
“¿Vas a orar por la mariposa, Ya Ya?” —preguntó Avery.
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