Escuché un informe en las noticias que afirmaba que alrededor de las ocho o nueve de la mañana, la gente ya ha decidido qué tipo de día va a tener: un buen día, un gran día, un día no tan bueno, un día horrible, o tal vez alguna combinación de lo anterior. Tal vez no durmieron bien por la noche o están preocupados por las finanzas, un problema de salud o asuntos familiares. Tal vez algo tan simple como que los salude un miembro gruñón de la familia los hace perder la calma.
Si bien pude identificarme con la discusión, me sentí muy agradecida de que la Ciencia Cristiana tenga una respuesta para todo eso. Y no se trata de poner una sonrisa falsa o tener un pensamiento positivo. Es la oración sagrada, que pone nuestro pensamiento de acuerdo con la ley de la armonía de Dios ya establecida, la que ilumina el camino, la que sana. Como escribe Mary Baker Eddy, la Descubridora y Fundadora de la Ciencia Cristiana en Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras: “La oración no puede cambiar la Ciencia del ser, pero tiende a ponernos en armonía con ella” (pág. 2).
Una mañana temprano, después de luchar durante la noche con una fiebre, me desperté y todavía me sentía mal. Pero estaba orando y esperaba una curación rápida. Fui directamente a mi escritorio en la oficina de mi casa y comencé a trabajar con ideas de la Biblia y los escritos de la Sra. Eddy mientras mi familia aún dormía.