En el ajetreo y el bullicio de nuestra vida diaria, puede ser fácil perder de vista una perspectiva espiritual. Pero mi reciente viaje a la India para un viaje de trabajo se convirtió en una profunda demostración sanadora del poder de Dios, el Espíritu.
Mi esposa y nuestros dos hijos pequeños, de dos y siete años, me acompañaron. La aventura comenzó con un intenso viaje de 27 horas desde nuestra casa en St. Louis hasta las afueras de Delhi. El viaje incluyó un cambio de horario de 10 horas y media, y nos dejó exhaustos y desorientados. Llegamos a nuestro destino a medianoche y nos fuimos a la cama. Nuestros hijos se despertaron a las 4 de la madrugada y mi esposa y yo nos levantamos para cuidarlos. Sintiéndonos abrumados, mi esposa y yo rápidamente nos enojamos y luego tratamos de calmarnos mutuamente. Se avecinaba la perspectiva de un largo día en la oficina.
El momento crucial llegó a las 5 de la mañana cuando un fuerte dolor de cabeza y frustración me embargaron. Pero entonces recordé la herramienta más grande y poderosa que tengo: la oración. (Hace mucho tiempo, mi esposa y yo habíamos acordado que confiar en Dios era nuestro fundamento.) Así que recurrí al ancla espiritual que me ha guiado a través de innumerables desafíos: la Lección Bíblica de la Ciencia Cristiana.