Conocí la Ciencia Cristiana hace más de cincuenta años por medio de mi madre. Ella fue una de las primeras integrantes del grupo de la Ciencia Cristiana en Concepción, Chile. Fue por intermedio de ella, quien tuvo muchas bendiciones y curaciones en su vida, que presencié los beneficiosos efectos de la oración como enseña la Ciencia Cristiana. Entre ellos, hubo mayores niveles de estabilidad económica, y mejoría en la salud y las relaciones en la familia, lo cual hizo que me interesara en estudiar la Ciencia Cristiana. Como resultado, más tarde me hice miembro de La Primera Iglesia de Cristo, Científico.
He recibido tantas bendiciones que es difícil enumerarlas todas. Quiero compartir una experiencia que dejó una gran impresión en mí. Hubo un período en el que me sentí muy mal debido al comportamiento de uno de mis cuatro hijos. Un día, después de un desagradable intercambio de palabras con él, se fue enojado de mi casa con su esposa e hijos. Yo seguí analizando la situación y sintiéndome cada vez peor a medida que pasaban los días. Me embargaban pensamientos angustiosos que me hacían llorar.
Pasé mucho tiempo sintiendo que la relación no se podía sanar, hasta que logré conversar con una practicista de la Ciencia Cristiana. Ella apoyó mis oraciones y me sugirió que leyera y estudiara Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras y otros escritos de Mary Baker Eddy. Este estudio me ayudó muchísimo y tuve demostraciones diarias de la presencia de Dios.