
Para jóvenes
Con el reconocimiento de que Dios nos creó a cada uno de nosotros intrínsecamente buenos, estamos facultados para avanzar hacia la redención y el cambio sin atribuirnos las acciones equivocadas a nosotros mismos.
Aunque era amable con muchos de los estudiantes de su escuela, esta adolescente anhelaba tener un grupo de amigos propios. Cuando comenzó a orar acerca de la amistad, no solo terminó encontrando a “su gente”, sino que obtuvo algo aún más significativo: una comprensión más profunda y firme del amor de Dios.
A mitad de los preparativos para el espectáculo anual de baile de su escuela, esta estudiante universitaria se sintió abatida cuando la pandemia interrumpió sus planes. Pero le esperaba una sorpresa cuando el hecho espiritual de la constante bondad de Dios se hizo evidente en su vida.
Alejada del apoyo de su familia y otros Científicos Cristianos, esta estudiante de bachillerato encontró renovada fortaleza espiritual y convicción sobre el poder sanador de Dios al enfrentarse con el diagnóstico de una enfermedad y luego ser sanada.
Es una sensación que muchos adolescentes conocen muy bien en este momento: las tinieblas del agotamiento, la ansiedad, la desesperanza. Pero la ayuda está a la mano. Esta autora comparte detalles específicos sobre la oración que la elevó, y puede elevarte a ti, hacia la luz.
Cuando un artículo caro fue dañado en el almacén donde trabajaba esta adolescente, su jefe le pidió que ocultara la verdad para protegerlo escribiendo un correo electrónico deshonesto. ¿Qué debía hacer? Recurrir a la oración la llevó a una solución inesperada.
Ella se sentía una víctima —según su propia confesión— e identificarse de esa manera la hacía sentir especial. Pero cuando comenzó a aprender sobre la Ciencia Cristiana, esta autora se dio cuenta de que quería abandonar la identidad de víctima por algo infinitamente mejor.
Acababa de perder a su madre, y luego la persona que, según sentía, era su alma gemela rompió con ella. ¿Qué podemos hacer cuando todo se está desmoronando? Entre otras cosas, esta autora explica que confiar en la ayuda constante de Dios a cada momento puede ser siempre una ayuda presente.
Cuando este estudiante de bachillerato comenzó a tener debilitantes ataques de pánico, descubrió que podía hacer más que lidiar con el problema. Podía esperar una curación completa orando como había aprendido en la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Ella nunca había pensado en sí misma como una corredora, pero mientras se preparaba primero para una carrera de 5000 metros y luego una media maratón, esta autora descubrió que correr era mucho más que atletismo. En realidad, era una oportunidad para aprender más acerca de Dios, y esta comprensión no solo la ayudó a superar las limitaciones, sino que también la ayudó a sanar de una lesión que había sufrido antes de la carrera.