
Para jóvenes
Dios ya me estaba proporcionando lo que yo pensaba que me faltaba.
Cuando el terror está cerca, la oración trae respuestas y ayuda.
Anhelaba saber si Dios realmente existía.
Mi forma de nadar se volvió más fluida y realmente disfruté de la experiencia de la manera en que normalmente lo hago.
La curación ya había comenzado, y pude disfrutar el resto de mi viaje. Estaba muy agradecida y le di gracias a Dios.
Me concentré en comprender que Dios me ve a mí, Su expresión, como perfecta, siempre buena y saludable. Esta era un fundamento sólido con el que podía contar.
La respuesta estaba en reconocer que la fuente de la inteligencia es la Mente divina y en verme a mí misma como la expresión de esa inteligencia.
Resultó que mi vida después de esa caminata también llegó a una especie de claro.
Puesto que Dios nos ama, debemos ser completamente dignos de ser amados: impecables.
Reconocí que la existencia de mi amiga continúa, incluso si está más allá de lo que puedo ver.