Me sentía abrumada por todas las cosas que tenía que hacer. Tenía mucha tarea, varios plazos para proyectos grandes y algunos problemas con mis amigos que me preocupaban.
Una noche, todo se volvió demasiado. Mi mamá me preguntó qué me molestaba, y cuando se lo dije, también mencioné que no quería orar al respecto porque eso parecía una tarea más y mucho trabajo.
Mi mamá estuvo de acuerdo en que si estaba lidiando con una larga lista de problemas, eso realmente podría ser abrumador. Pero luego compartió conmigo una idea en la que no había pensado. Me dijo que quizá en la superficie parecían como muchos problemas, pero en el fondo, tal vez el problema era el mismo para todos ellos. Explicó que cuando logramos llegar a la raíz de un problema, es mucho más fácil lidiar con él. Y también podemos orar con más eficacia porque entonces lidiamos con el problema básico en lugar de con lo que aparece en la superficie.
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