
Relatos de curación
Un verano, mi esposo y yo estábamos muy contentos de haber hecho planes para ir de vacaciones a Suiza. Sin embargo, durante nuestro viaje, yo comencé a sentir dolores de cabeza que se hicieron más severos, además de una fuerte sensibilidad en los ojos a la luz.
Al criar un hijo y una hija, he tenido amplias pruebas de que la Ciencia Cristiana cura rápida y eficazmente. Sana más que enfermedades físicas; sana también defectos de carácter, liberándonos para vivir una vida más feliz y fructífera.
He sentido verdadero aprecio por la Ciencia Cristiana desde que era joven. Pero no fue hasta que dejé mi casa para ir a la universidad que realmente comencé a comprobar estas enseñanzas.
Durante mi segundo año en la escuela secundaria, la planta de un pie empezó a hincharse y se me inflamó. En el transcurso de los días, la condición empeoró hasta que ya no podía caminar.
Un día, al descubrir una protuberancia en un pecho, me asusté terriblemente, pues pensé que podía ser cancerosa. Aun cuando había sido estudiante de Ciencia Cristiana por varios años y había experimentado la eficacia de la curación metafísica, me sentí simplemente aterrorizada.
Hace más de tres años, mientras estaba haciendo algunas reparaciones en nuestra casa, me di un golpe en un lado de la cabeza con una pesada barra de hierro que estábamos usando para remover el estuco exterior. La fuerza del impacto fue tal que casi me tiró al suelo, y, por un momento, sentí que estaba perdiendo el conocimiento.
Han pasado catorce años desde que expresé mi gratitud por escrito (mi primer testimonio fue publicado en el Christian Science Sentinel, en 1972). A través de los años, una comprensión de la Ciencia Cristiana ha enriquecido la vida de toda nuestra familia, y nos ha permitido sobreponernos a muchas dificultades por medio de nuestra confianza en el poder de Dios.
Desearía expresar mi gratitud a Dios por todas las bendiciones que he recibido como resultado de mi estudio de Ciencia Cristiana. Mis actividades han sido enriquecidas mediante la oración, y estoy constantemente obteniendo una mejor comprensión de Dios y de Su amor para con toda la humanidad.
Un día, nuestro hijo resbaló mientras hacía gimnasia en la escuela. Debido a que se lastimó un brazo, fue llevado inmediatamente a un hospital.
La Ciencia Cristiana llegó por primera vez a mi vida en un momento de gran necesidad. Acababa de tener una operación quirúrgica, y me habían dado pocas esperanzas para mi recuperación.