Ya es tiempo de reconocer por escrito las bendiciones que he recibido del estudio y la práctica de la Ciencia Cristiana. Durante muchos años, lo más valioso en mi vida ha sido ser miembro de La Iglesia Madre y de varias iglesias filiales en diferentes ocasiones. Pero esto no fue siempre así.
Durante un tiempo, aunque había disfrutado de los beneficios sanadores de la Ciencia Cristiana desde mi nacimiento, no sentía el deseo de afiliarme a una iglesia. De hecho, había llegado a creer que el hacerme miembro de la iglesia limitaría mi libertad para estudiar la Ciencia a mi manera. Luego, cuando tenía un poco más de veinte años, tuve un ataque de una dolorosa y paralizadora condición que me afectó el cuello y los hombros, y que no cedió a lo que ahora reconozco como un enfoque totalmente intelectual de la curación por medio de la oración.
No hacía mucho había conocido a un miembro de una iglesia, una practicista de la Ciencia Cristiana que me atraía porque su manera de actuar era gentil y amorosa. Una noche, muy tarde, la llamé en medio de lágrimas para desahogarme de todos mis problemas. Ella me habló dulcemente, y el dolor desapareció como si hubiera cerrado una llave de agua.
Pero, poco después, en la misma semana, el dolor volvió con toda su fuerza. Me volví a Dios reconociéndolo como el Amor divino, y el dolor cesó instantáneamente. Con esto reconocí que en mis intentos anteriores por practicar la Ciencia Cristiana había fallado en el punto vital de reconocer a Dios como Amor. Después de una semana de constante y profunda oración, vino la curación total de la molestia y del movimiento restringido.
Una parte vital de esta curación fue que despertó en mí un deseo de servir, al mismo tiempo que me di cuenta de que la Sra. Eddy había provisto la organización de la iglesia como un medio por el cual servir. Pronto llené los formularios de solicitud para hacerme miembro de La Iglesia Madre y de una filial. La practicista que me había ayudado firmó ambos formularios y se regocijó conmigo cuando me aceptaron.
Lejos de restringirme, el ser miembro de la iglesia me ha traído progreso espiritual, y ha ampliado mi horizonte más allá de lo que jamás hubiera imaginado. He servido en diferentes cargos en varias iglesias filiales, y tuve el privilegio de trabajar durante quince años en las oficinas de La Iglesia Madre en Boston, Este expansivo sentido espiritual de actividad se ha manifestado en todos los aspectos de mi vida.
Desde que me hice miembro de la iglesia he sanado, sólo por medio de la oración, de paperas, tendencia a fuertes gripes, vértigo y una enfermedad de le piel. Pero aún más importante ha sido el seguir al Cristo, lo que me ha liberado de algunos rasgos de carácter falsos.
Ahora que estoy jubilada, siempre encuentro muchas oportunidades para servir a la Causa de la Ciencia Cristiana y a mi comunidad. Gozo de buena salud porque Dios es mi único médico. Diariamente obtengo un sentido más claro de la presencia y del amor de Dios y del dominio que El tiene sobre mi vida y sobre todo.
Santa Cruz, California, E.U.A.
