Uno de los problemas que tal vez tengan los estudiantes de Ciencia Cristiana sea decidir precisamente sobre qué curaciones van a escribir. Por mi parte, estoy agradecida por la dedicación de mis padres a la Ciencia y por las curaciones de que fui testigo en sus vidas. Además, podría contar sobre las rápidas curaciones de enfermedades de la niñez y de la solución, mediante la oración, de problemas de salud, de relaciones y de profesión, que tuve que encarar cuando era una joven adulta. No obstante, he decidido escribir sobre varias curaciones que se efectuaron durante los últimos cuatro años. Considero que todas estas curaciones estuvieron relacionadas con un cometido más profundo a la Ciencia Cristiana.
Durante este período, fui elegida Primera Lectora de mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Había retirado mi nombre de la lista de candidatos durante las elecciones previas debido a que el tiempo que debía dedicar me parecía abrumador. En esta elección, decidí dejar mi nombre en la lista de candidatos; pero cuando fui elegida, los tres años siguientes a los que me comprometí a leer los domingos y miércoles (sin mencionar las sesiones de práctica) todavía me parecían un desafío. No obstante, reconocí que sentir que uno lleva una pesada carga, asociada a veces con el trabajo en la iglesia, es mayormente el resultado de la creencia en aptitudes y limitaciones personales (talento, recursos económicos, tiempo, etc.) y de la ilusión de un ego humano más egoísta que generoso en sus intereses.
Poco después de la elección, me desmayé al salir de una representación teatral. Una amiga, Científica Cristiana, que estaba conmigo oró silenciosamente para ayudarme. Sólo estuve inconsciente por unos segundos, pero estaba algo desconcertada y también alarmada, pues ocurrió inesperadamente. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y le expresé mi preocupación de que esto podría ocurrir cuando estuviera leyendo. La practicista calmadamente me aseguró que la armonía del culto religioso y todo lo relacionado con él, estaban sostenidos por Dios, el Amor divino. Esto calmó mis temores, y jamás me he vuelto a desmayar.
No obstante, sentí que necesitaba comprender mejor la continua comunicación entre Dios y el hombre, y Su cuidado por él, y percibir la manera de reflejar el orden y la energía divinos en nuestras actividades de la iglesia. Dediqué todo el tiempo que pude para obtener una preparación general para mi período como Lectora, orando y leyendo libros de referencias bíblicas como también los escritos de la Sra. Eddy.
Alrededor de tres semanas antes de comenzar a leer, tuve un accidente de automóvil. El automóvil quedó totalmente destruido, y el parabrisa se había roto, lo cual indicaba que yo había chocado contra él. Pero estaba ilesa, a excepción de unas pequeñas magulladuras que pronto desaparecieron. Atribuí la protección que experimenté al sincero estudio de Ciencia Cristiana que había hecho.
Me ocupé felizmente en mi labor en la iglesia (sí, la lectoría fue realmente un gozo, no una carga). Pocos meses después, noté que una verruga grande que tenía en la mano derecha se estaba reduciendo. También observé que una clase de callosidad, que había estado extendiéndose en la planta de un pie por más de un año, estaba desapareciendo. Al poco tiempo me di cuenta de que la verruga y la callosidad habían desaparecido por completo. Estoy convencida de que la oración abnegada que requieren las responsabilidades de la iglesia, disolvió espontáneamente los falsos conceptos mortales de crecimiento en ambos casos.
Tuve otras bendiciones espontáneas e inesperadas durante mi período de Lectora. Había esperado que mis actividades profesionales disminuyeran debido al apremio de tiempo. No obstante, se presentaron nuevos contactos y oportunidades en mi trabajo, contactos que continúan desarrollándose de interesantes maneras.
Doy este testimonio no sólo para expresar mi gratitud por el poder sanador y armonizante de la Ciencia Cristiana, sino también para alentar a quien esté indeciso en cuanto a aceptar responsabilidades de trabajo en la iglesia. He comprobado que son una disciplina provechosa, un gozo, y ciertamente una bendición.
St. Louis, Misuri, E.U.A.