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Uno de los problemas que tal vez tengan los estudiantes de Ciencia Cristiana...

Del número de marzo de 1989 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Uno de los problemas que tal vez tengan los estudiantes de Ciencia Cristiana sea decidir precisamente sobre qué curaciones van a escribir. Por mi parte, estoy agradecida por la dedicación de mis padres a la Ciencia y por las curaciones de que fui testigo en sus vidas. Además, podría contar sobre las rápidas curaciones de enfermedades de la niñez y de la solución, mediante la oración, de problemas de salud, de relaciones y de profesión, que tuve que encarar cuando era una joven adulta. No obstante, he decidido escribir sobre varias curaciones que se efectuaron durante los últimos cuatro años. Considero que todas estas curaciones estuvieron relacionadas con un cometido más profundo a la Ciencia Cristiana.

Durante este período, fui elegida Primera Lectora de mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico. Había retirado mi nombre de la lista de candidatos durante las elecciones previas debido a que el tiempo que debía dedicar me parecía abrumador. En esta elección, decidí dejar mi nombre en la lista de candidatos; pero cuando fui elegida, los tres años siguientes a los que me comprometí a leer los domingos y miércoles (sin mencionar las sesiones de práctica) todavía me parecían un desafío. No obstante, reconocí que sentir que uno lleva una pesada carga, asociada a veces con el trabajo en la iglesia, es mayormente el resultado de la creencia en aptitudes y limitaciones personales (talento, recursos económicos, tiempo, etc.) y de la ilusión de un ego humano más egoísta que generoso en sus intereses.

Poco después de la elección, me desmayé al salir de una representación teatral. Una amiga, Científica Cristiana, que estaba conmigo oró silenciosamente para ayudarme. Sólo estuve inconsciente por unos segundos, pero estaba algo desconcertada y también alarmada, pues ocurrió inesperadamente. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana y le expresé mi preocupación de que esto podría ocurrir cuando estuviera leyendo. La practicista calmadamente me aseguró que la armonía del culto religioso y todo lo relacionado con él, estaban sostenidos por Dios, el Amor divino. Esto calmó mis temores, y jamás me he vuelto a desmayar.

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