Es una gran bendición que Mary Baker Eddy, al fundar la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), haya provisto para nuestro estudio diario de la Biblia junto con su libro Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras. Para mí el estudio de la Lección Bíblica simboliza el maná que en tiempos antiguos nutrió, refrescó y dio fortaleza a los hijos de Israel en el desierto. A veces, una verdad espiritual determinada ejerce una fuerte atracción; permanece en mi pensamiento durante días y adquiere mayor significación al meditarla.
Esto me sucedió durante una semana en que el tema de la Lección Bíblica, en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, era “Vida”, e incluía estas palabras de Cristo Jesús (Juan 8:12): “El que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. La luz de la vida, ¡qué promesa maravillosa! Es aplicable a todos aquellos cuyo sincero deseo es seguir los preceptos de Jesús de palabra y de hecho. Poco después, esta gloriosa comprensión vino con toda energía en mi ayuda.
Un domingo por la tarde, mi nieta había venido a pasar la noche conmigo. Ella siempre disfrutada muchísimo cuando antes de dormir y ya acostadas — nuestras camas estaban una al lado de la otra — charlábamos hasta que se nos cerraban los ojos. Esta vez no pasó mucho tiempo. Pronto me quedé profundamente dormida, pero, de pronto, me despertó un dolor agudo en todo el cuerpo. Tenía inflamado el ojo izquierdo y también debajo de la clavícula izquierda. Tampoco podía mover el brazo izquierdo.
Bastante desconcertada, me pregunté: “¿Qué ha pasado? ¿Cómo pudo suceder esto?” Inmediatamente pensé en la presencia de Dios, en Su poder, Su amor, Su omnisciencia.
No quería molestar a mi nieta que dormía en la cama al lado de la mía, así que me quedé muy quieta, y elevé mis pensamientos a Dios. Luego, como un bálsamo, vinieron a mi pensamiento las palabras del Texto Aureo de la Lección “Vida”, que me habían acompañado durante toda la semana: “Yo soy Jehová tu sanador” (Exodo 15:26). ¡Verdaderamente mi Médico, la Mente divina, estaba conmigo! Me estaba proporcionando la mejor medicina, verdades espirituales gloriosamente claras; eran como una luz a mi alrededor.
A la mañana siguiente, me levanté a la hora acostumbrada y comencé a vestirme, pero me resultó doloroso y requirió un gran esfuerzo. Una y otra vez tuve que detenerme y comprender que “todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). Tan pronto como mi nieta se despertó, se apresuró a ayudarme. Sin hacer muchas preguntas, me ayudó a vestir y a preparar el desayuno. Luego se fue muy contenta al jardín de infantes.
Muy diferente fue la reacción de otros dos parientes cercanos cuando pasaron por casa aquella mañana. Estaban preocupados por la palidez de mi rostro y la inmovilidad del brazo. Querían llamar a un médico inmediatamente.
Para tranquilizar a mis queridos parientes, les prometí llamar a un practicista de la Ciencia Cristiana y pedir ayuda por medio de la oración. Así lo hice, recibiendo amoroso consuelo y aliento. Las dos afirmamos que tenemos nuestro ser en Dios, el Espíritu infinito, el Amor omnipotente. Y en el Amor siempre presente no puede ocurrir ningún accidente.
Hubo progreso y pude realizar todas las tareas necesarias. Gradualmente el color de mi rostro se normalizó, y el brazo recobró su movilidad. En el término de dos semanas estaba completamente sana y pude volver a conducir mi auto. Manejé unos 30 kilómetros hasta mi filial de la Iglesia de Cristo, Científico, para asistir al culto dominical. El culto fue maravilloso, y me emocioné profundamente cuando se leyeron las palabras de Pablo (Colosenses 3:4): “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”.
Desde esta curación he comprendido claramente que Dios me ama y me bendice ahora y siempre. Lo que al principio fue una dura experiencia, ayudó a que la luz de la Vida irrumpiera en mi consciencia.
Mi gratitud por las incontables bendiciones y curaciones que tantos han recibido por medio de la Ciencia Cristiana no puede expresarse con palabras.
Pfyn, Suiza
