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Relatos de curación

“Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste” (Salmo 30:2).

“Jehová Dios mío, a ti clamé, y me sanaste” (Salmo 30:2). Desde niña tuve el concepto de soledad porque faltaban mis padres.

Cuando encontré la Ciencia Cristiana yo era una persona muy satisfecho de mí mismo. Sentí que podía hacer (y así hice) justamente lo que deseaba.

En junio de 1977, apenas tres meses después de mi regreso a Sydney, mi marido me abandonó repentinamente. Me encontré con muy poco dinero, sin trabajo y sin lugar donde vivir.

La primera vez que oí algo acerca de la Ciencia Cristiana fue cuando, siendo todavía una niña, oí a mi querido padre leer en una publicación algunas informaciones despectivas sobre esta Ciencia. Después, a los diecinueve años, me regalaron un ejemplar del libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra.

La Ciencia Cristiana llegó a mí durante un tiempo particularmente...

La Ciencia Cristiana llegó a mí durante un tiempo particularmente difícil de mi vida. Durante muchos años yo había estado sufriendo de una enfermedad crónica que me causaba gran sufrimiento y que requería que yo tomara medicina varias veces al día.

Hace alrededor de ocho años me percaté de que una mancha en mi cuerpo había cambiado radicalmente de apariencia. En ese entonces, las urgentes advertencias al respecto que se hacían al público a través de los medios de difusión, vinieron a mi mente.

En mi juventud investigué varias avenidas materiales buscando paz y felicidad y alguna razón para vivir. Finalmente‚ gracias a un sincero anhelo de algo mejor‚ encontré la Ciencia Cristiana.

A veces‚ solía preguntarme cómo hubiera sido mi vida si no hubiera conocido la Ciencia Cristiana hace unos treinta y seis años. Ahora‚ sin embargo‚ esta Ciencia es una parte tan grande de mi existencia que no puedo ni siquiera imaginar otra forma de vida.

Cuando llegó el momento de jubilarme‚ me sentía un poco atemorizado por el futuro. Me preguntaba cómo mi esposa y yo podríamos sobrevivir con una entrada tan reducida.

Hace unos dos años‚ apareció un pequeño crecimiento en la parte interior de mi labio inferior. En ese tiempo‚ yo trabajaba durante el verano enseñando a nadar a niños pequeños.

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

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