Desde niña sentí una gran inclinación por la lectura, y prefería los temas religiosos. Por este motivo, escuchaba las audiciones religiosas que se transmitían por radio, y escribía cartas a las emisoras para poder recibir la literatura que ofrecían.
También seguí por correspondencia cursos bíblicos de diferentes denominaciones religiosas, y estudiaba con gran devoción el material que recibía de ellos. Pero, con el tiempo, todo me resultó muy confuso, y no obtuve resultados prácticos de mi estudio.
Un día, escuché por radio el programa que La Iglesia Madre [La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Massachusetts] transmitía en esa época en la Argentina. Después, escribí a la dirección indicada pidiendo más información. Deseaba (como siempre) conocer más sobre Dios. La literatura llegó, y, al leerla, me di cuenta de la manera comprensiva y dulce que tiene la Ciencia Cristiana de interpretar las Escrituras. Luego, al leer el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, empecé a tener un enfoque distinto de la vida; empecé a ver el bien total de la creación de Dios. Siguiendo la lectura, comprobé en mi experiencia la verdad de las declaraciones de este libro; tuve pruebas de la ley de Dios en acción.
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