“Glorificad... a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:20).
En una ocasión, me caí del techo de nuestra casa, una altura de dos pisos y medio. Nadie más estaba en la casa en ese momento, y permanecí tirado en la fría piedra de la terraza por varias horas, expuesto a la lluvia. Durante ese lapso de tiempo, aunque traté de orar a Dios, me fue difícil hacerlo.
Finalmente, me hallaron dos policías; y, sin mi conocimiento, hicieron arreglos para llevarme a un hospital cercano. Pero esto sirvió para un inesperado y buen propósito. Cuando me llevaron al departamento de emergencia del hospital, el médico encargado me reconoció. El sabía que yo había sido Lector en la filial local de la Iglesia de Cristo, Científico. Expresó su respeto por mi confianza en la Ciencia CristianaChristian Science (crischan sáiens), y me aseguró de que no se me suministraría tratamiento médico.
Iniciar sesión para ver esta página
Para tener acceso total a los Heraldos, active una cuenta usando su suscripción impresa del Heraldo ¡o suscríbase hoy a JSH-Online!