Hace cincuenta años, cuando tuve que comparecer ante la junta examinadora, quedé exento del servicio militar debido a un problema del corazón. Esto me sobresaltó, puesto que siempre había participado activamente en los deportes. Consulté entonces a un médico, cuyo diagnóstico fue que yo tenía un severo problema del corazón. Se me dijo que no debería hacer esfuerzos físicos, no debería andar en bicicleta ni hacer movimientos bruscos, y que si seguía estas reglas, tal vez podría vivir hasta los cuarenta años de edad. Este diagnóstico médico fue un peso por más de veinte años, un largo período de prueba. Fui de médico en médico, hasta que finalmente estuve a las puertas de la muerte.
Fue entonces que leí en un ejemplar de la Biblia que mi madre me había dejado (Gén. 1:27): “Y Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Al leer este pasaje bíblico, algo iluminó mi pensamiento, y decidí abandonar médicos y medicinas. Mi salud empezó a mejorar; sin embargo, fue una dura lucha. Busqué la perfección en religiones cristianas y orientales, pero sin resultados provechosos.
En marzo de 1958, me enteré acerca de la Ciencia Cristiana en una conferencia de Ciencia Cristiana, supe que por fin había llegado al final de la jornada, había encontrado lo que buscaba. Lo que siguió fue la restauración gradual, pero completa, de mi salud por medio de la oración en la Ciencia Cristiana. A menudo reflexionaba sobre la “exposición científica del ser” en Ciencia y Salud por la Sra. Eddy, que comienza (pág. 468): “No hay vida, verdad, inteligencia ni sustancia en la materia. Todo es Mente infinita y su manifestación infinita, porque Dios es Todo-en-todo”.
Mi curación del problema cardíaco fue subsecuentemente confirmada por medio de exámenes anuales que mi empleo requería. Ahora estoy jubilado, camino mucho y puedo andar en bicicleta.
Desde que conocí esta maravillosa enseñanza y comencé a estudiarla, he tenido otras numerosas curaciones. Estas se han efectuado por medio de mi propia oración, o con la ayuda de un practicista de la Ciencia Cristiana; incluyen la curación de un serio envenenamiento como resultado de haber estado expuesto a un compuesto de potasio; y la curación de severos síntomas de influenza. Además, mi situación económica siempre ha sido buena desde que comencé a apoyarme en Dios para que me ayudara a resolver los problemas que se me presentaban, y me siento feliz de que en muchas ocasiones he podido ayudar a parientes y amigos por medio de la oración.
Siento gran gratitud a Dios por haberme guiado a la Ciencia Cristiana, y por la Sra. Eddy, por el enorme trabajo que ella llevó a cabo. Estoy agradecido por ser miembro de La Iglesia Madre y de una iglesia filial, y por haber tenido el privilegio de tomar instrucción en clase de Ciencia Cristiana.
Cogolin, Francia