Relatos de curación
Cuando supe acerca de la Ciencia Cristiana por primera vez yo era todavía muy joven. Un día, mi hermano, mis abuelos y yo íbamos a subir a un coche tirado por caballos, cuando de pronto los caballos arrancaron.
En 1975 me enfermé de los bronquios. Llamé a una practicista de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) , y ella me ayudó a comprender algo de mi perfección como imagen y semejanza de Dios.
Hace muchos años, cuando pasábamos unos días de vacaciones en la costa, mi hijo que tenía siete años en ese entonces, comenzó a mostrar síntomas de lo que parecía ser sarampión. Llamé por teléfono a una practicista de la Ciencia Cristiana y le pedí que nos ayudara por medio de la oración.
Mi padre trajo la Ciencia Cristiana a nuestro hogar cuando yo tenía dieciséis años. Me dediqué a estudiarla seriamente porque estaba sufriendo de bronquitis.
La Ciencia Cristiana ha sido mi manera de vivir desde que puedo recordar, y he visto que sana las llamadas enfermedades de la niñez, la congoja, y la tortura mental de identificarse uno mismo como un mortal. “El verdadero empleo es estar en los negocios de mi Padre” fue una declaración que se me dio cuando era alumno de la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana.
Durante la epidemia de gripe de la Primera Guerra Mundial, yo concurría a un colegio en las cercanías de Filadelfia. Los alumnos que no tenían gripe fueron enviados a sus hogares.
Antes de tener conocimientos de la Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) hace unos ocho años, no sabía lo que significaba ser realmente feliz y estar contenta. Sentía solamente que la vida estaba llena de desilusiones, de falta de armonía en las relaciones familiares y falta de estabilidad económica, lo cual hubiera podido afectar mis estudios.
Hace algunos años me molestaban muchas clases de malestares y dolores que parecían causar enfermedades de una o otra clase. En ese entonces yo no era estudiante de la Ciencia Cristiana, pero teníamos algunas amistades que lo eran.
Puedo afirmar categóricamente que como consecuencia de haber conocido y adoptado las enseñanzas de la Ciencia Cristiana como norma en mi manera de vivir, he nacido de nuevo en el Espíritu. Desde mi adolescencia había sentido una constante inquietud por encontrar un camino que me condujera a conocer realmente a Dios.
Cuando era joven, siempre estaba buscando y buscando la razón de la existencia. La carencia, la desdicha y la guerra parecían ser el tema de la época.