
Relatos de curación
El día antes de partir para la reunión de la Asociación de estudiantes de Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) a la que concurriría mi esposa (un viaje como de 1. 400 kilómetros), comencé los preparativos del auto.
Desde temprana edad comencé a asistir a clases en una Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, pero dejé la Escuela Dominical cuando tenía unos trece años. Parecía haber obtenido poco o ningún beneficio durante los años que había asistido a ella.
“Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación” (Salmo 90:1). Una Lección Bíblica del Trimestral de la Ciencia Cristiana comenzaba una vez con ese versículo.
Para muchas personas, la falta de empleo parece ser una realidad en el mundo de hoy. Pero a través de la oración, esto puede verse como una oportunidad para crecer espiritualmente.
A la edad de veinte años yo era un enfermo que debía guardar cama en un sanatorio para tuberculosos; me sentía totalmente desmoralizado y desalentado. Los especialistas que basaron su diagnóstico en los rayos X y en varios análisis, me informaron que yo debía resignarme a llevar la vida de un inválido.
Cerca de una semana después de haber nacido nuestro hijo, un vecino de al lado que era médico, nos visitó. Yo acababa de bañar al niño, y mientras lo secaba, nuestro vecino comentó que parecía que el niño tenía un debilitamiento muscular en la parte de la ingle.
Una vez, hice planes con unos amigos para asistir a un concierto por una banda de música muy popular. Como teníamos boletos con asientos reservados y nos sentaríamos unos cerca de los otros, decidimos encontrarnos en la sala de concierto.
La Ciencia Cristiana Christian Science (crischan sáiens) es una ayuda maravillosa para la vida familiar. No puedo imaginarme cómo podría ser una esposa atareada y madre de tres niños, sin esta gran bendición.
Desde la edad de seis años he estado asistiendo a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana. Ahora soy un adolescente.
Comencé a asistir a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana cuando tenía unos cinco años de edad. Como a la edad de once o doce años, dejé de asistir porque perdí interés en lo que respecta a religión.