
Relatos de curación
Hace más de cincuenta años que supe acerca de la Ciencia Cristiana por primera vez. Durante este período fui maravillosamente guiado por el Amor divino.
Un día en el trabajo, a la hora del almuerzo, algunas amigas y yo hablábamos sobre cómo había sido nuestra relación con nuestras madres a medida que íbamos creciendo. Dos de ellas relataron experiencias dolorosas y añadieron que estaban preocupadas porque ahora manifestaban rasgos negativos que ellas habían observado en sus madres y abuelas.
Hace varios años me encontraba en lo que parecía ser un callejón sin salida en mi trabajo. No solamente me encontraba insatisfecha, sino que no estaba haciendo uso de toda la capacidad intelectual que yo sabía que podía ofrecer a mi patrono.
Cuando joven tuve muy buena salud. Entonces, como a la edad de veinte años, se me desarrollaron fuertes síntomas de asma.
La Ciencia Cristiana me ha dado un entendimiento de Dios y de Su amoroso cuidado y protección para todos Sus hijos. Me ha enseñado también la importancia de ser obediente a los mandamientos.
La Biblia revela la ley de Dios, la ley de la Vida. Esto es especialmente evidente en la vida y ejemplo de Cristo Jesús, quien dijo (Juan 6:63): “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha”.
Cuando yo era pequeña, mientras que a los otros niños que conocíamos se les enseñaba a temer a Dios como a un severo juez, a mi hermano y a mí nos enseñaron que Dios, el Amor, cuida de todos nosotros; que sin nosotros, Él no podría ser expresado por completo; que no somos unos pobres mortales aguardando en una lista de espera por un remoto y casi inaccesible reino de los cielos. Por el contrario, somos el reflejo perfecto del Padre perfecto.
Desde que mi familia conoció la Ciencia Cristiana, hemos recibido muchas bendiciones. Hemos sanado relaciones tirantes, resuelto diferencias personales de manera armoniosa, y nuestros ingresos han sido amplios.
“Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; estaremos alegres” (Salmo 126:3). Esto siempre lo afirmaba con gran regocijo y confianza durante el tiempo de mi noviazgo “a larga distancia”.
Supe por primera vez acerca de la Ciencia Cristiana cuando yo era adolescente. Desde los primeros años de mi niñez se me había considerado de salud delicada, y pasaba varios meses en cama en distintas épocas en estado de semi invalidez.